21 de marzo de 2012

Grinzing. La Viena más pintoresca



Fuente: Wikipedia

Majestuosa y señorial, la bella capital austríaca atrae cada año a miles de turistas ávidos por sumergirse en el esplendor del pasado que emana de sus viejas calles y de sus fabulosos monumentos, hoy testigos mudos de la que fuera una de las ciudades más importantes del mundo antes de que éste fuera sacudido por dos guerras mundiales.

Sin embargo, Viena depara no pocas sorpresas a los viajeros que se aventuren a traspasar los límites de su pasado más monumental. Una de esas sorpresas la constituye, sin duda alguna, el barrio de Grinzing, enclavado en la colina de Cobenzl, rodeado por cultivos de viñedos y muy próximo al bosque vienés.

Asolada por los ejércitos turco y francés en diferentes momentos históricos, la localidad de Grinzing fue engullida en el año 1891 por una Viena en plena expansión geográfica. Sin embargo, lejos de perder sus rasgos más distintivos, este barrio – que hoy forma parte del distrito número 19 de la capital vienesa – ha conservado intacto el carácter sumamente idílico de los pueblos de montaña austríacos gracias a su dédalo de viejas calles, sus pintorescas casas pintadas de vivos colores, sus jardines de ensueño y sus balcones rebosantes de vistosas flores.

Grinzing, además, ofrece al visitante la oportunidad de contemplar fachadas con el característico estilo Jugenstil, acceder a la Pfarrkirche – la iglesia parroquial del antiguo pueblo con su campanario característico en forma de cebolla -  o visitar su cementerio, donde se hayan enterradas personalidades tan ilustres como el compositor Gustav Mahler, los actores Atila Hörbiger y Paula Wessely o el escritor Thomas Bernhard.

Sin embargo, si hay algo que ha hecho famoso a Grinzing son sus 30 heurigen, unas tabernas donde los clientes, sentados en unos no demasiado cómodos asientos de madera, pueden degustar el exquisito vino producido por sus propios dueños y comer los productos austríacos más típicos, servidos por solícitas camareras ataviadas con los trajes tradicionales de la región y todo ello acompañado por música en directo, la Schramelmusik, un estilo donde se combinan el violín, la guitarra y el acordeón.

Autor y fuente: Photodiary of Lili, Cili & Krisztian 

Además, estas tabernas se hallan señalizadas desde época medieval con una rama de olivo colocada en el umbral de la puerta de acceso y que corresponde a la autorización de la que goza todo heuriger para poder comerciar con el vino que producen sus propietarios y que es la única bebida, además de agua y Kracherl – un brebaje de sabor afrutado – que estas tabernas pueden servir a su clientela. Si la rama aparece colgando, significa que el vino está listo para ser consumido y que, en consecuencia, la taberna ya puede abrir sus puertas al público.

Si bien hay heurigen repartidos por toda la ciudad, los de Grinzing son especialmente atractivos por su antigüedad y su estado de conservación, por lo que bien vale la pena embarcarse en un trayecto un tanto largo que obliga a coger metro y autobús desde el centro de la ciudad. Por otra parte, perderse por las calles de este antiguo pueblo o contemplar la magnífica vista que se ofrece de la capital austríaca desde su localización privilegiada es una excelente manera de sumergirse en esa otra Viena, no monumental pero sí pintoresca y llena de encanto.


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