5 de marzo de 2012

The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore. Un homenaje al maravilloso mundo de los libros




No cabe duda de que la distribución de cortometrajes cinematográficos se ha visto beneficiada con la irrupción de internet como una ventana más de exhibición. Sin embargo, este formato cinematográfico, dado lo exiguo de su metraje, todavía se halla en clara desventaja con respecto a su hermano mayor, el tradicional largometraje. El reconocimiento de la crítica - traducido en el otorgamiento de diversos galardones - y ser merecedor del preciado Oscar pueden, no obstante, obrar milagros y eso es precisamente lo que ha acontecido con The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore, un cortometraje de animación que se ha hecho con la preciada estatuilla dorada en la pasada edición de los famosos premios hollywoodienses y ha conseguido, en consecuencia, llamar la atención de numerosísimos espectadores.

La autoría de esta pequeña pero interesantísima obra se debe a dos profesionales del sector audiovisual, William Joyce – guionista e ilustrador – y Brandon Oldenburg – director creativo con una carrera parcialmente labrada en insignes productoras del sector de la animación, como Disney, Pixar o Dreamworks.


Dada la trayectoria de estos dos profesionales, no resulta entonces extraño que la colaboración entre ambos haya tenido como feliz resultado un film de factura impecable en el que se han utilizado diversas y variadas técnicas de animación, lo que ha provisto a sus personajes y a sus movimientos de un gran verismo, dinamismo y fluidez; a todo ello habría que añadir la inclusión de una fantástica banda sonora que transmite perfectamente los variados sentimientos que puede provocar la lectura de un libro, lo que constituye un detalle especialmente interesante si atendemos al hecho de que The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore es, más que un film mudo, una película sin palabras, por cuanto no se incluye en ningún fotograma la preceptiva explicación de los acontecimientos – recurso más que utilizado por el cine silente.

Sin embargo y más allá de un preciosista acabado visual, el cortometraje de Joyce y Oldenburg se revela como un apasionado homenaje hacia el mundo de los libros y, en definitiva, a la siempre apasionante experiencia que supone sumergirse en la lectura de una obra. De hecho, quizá una de las escenas más acertadas de este pequeño film sea precisamente la propia experiencia del protagonista principal con uno de los libros más ajados de su peculiar biblioteca y al que sólo su uso por parte de los lectores puede rescatar de una muerte agónica en un estante olvidado.

The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore es también un tributo a los primeros musicales - impagables son las escenas en las que los libros bailan al son de la música que articula todo el film- y, sobre todo, a los primeros tiempos del cine - no en vano, su personaje principal y que da título al corto, el sin par bibliotecario Mr. Morris Lessmore, recuerda poderosamente al gran Buster Keaton.

En definitiva, la obra de Joyce y Oldeburg  es un film de corto metraje, pero apasionante y con un mensaje muy claro: sólo la magia de la lectura puede hacer posible que el blanco y negro de muchas vidas se torne en una brillante gama de colores.



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