Fuente y autor: OneHungLow |
Con el fin de mostrar el poderío de Suecia frente a las potencias rivales, el rey Gustavo Adolfo II mandó construir en el siglo XVII el que habría de convertirse en el buque de guerra sueco más imponente de su tiempo. Presto a surcar los mares con sus 1200 toneladas de peso y sus amenazadores 64 cañones, el poderoso navío – bautizado con el nombre Vasa – zarpó de Estocolmo un 10 de agosto del ya remoto año 1628. Sin embargo, y para sorpresa de propios y extraños, el enorme galeón naufragó y se hundió a los pocos minutos de haber zarpado como consecuencia de un craso error de cálculo.
Obsesionado con esta historia, el investigador Anders Franzén inició en la década de los cincuenta del pasado siglo su particular cruzada para dar con el paradero del Vasa. Lo consiguió en 1956 y, unos años después y tras haber reposado durante más de tres siglos en las profundidades del mar, el malogrado navío fue recuperado y ensamblado pieza a pieza, cual un puzle, consiguiéndose así una reconstrucción perfecta del que es actualmente el único barco del siglo XVII que se conserva prácticamente intacto.
No obstante, ha sido la poca salinidad de las aguas, en las que estuvo sumergido durante más de trescientos años, lo que ha hecho posible que el Vasa conserve el 98% de sus estructuras en buen estado y se hayan podido recuperar también los enseres de la tripulación, sus aparejos y, sobre todo, las cientos de esculturas que formaban parte de su ornamentación y que representan desde deidades griegas a emperadores romanos pasando por escenas bíblicas.
Dada la importancia histórica y artística del Vasa y con el fin de que pudiera ser contemplado por el público, en 1990 abrió sus puertas el Vasamuseet, el que posiblemente sea el museo más visitado del país y que se encuentra radicado en la bella isla de Djugården (Estocolmo), donde también se halla el Skansen.
Una de las cosas que más poderosamente llama la atención al acceder a este museo sin igual radica en la tenue iluminación reinante en el recinto, que contrasta fuertemente con la vistosa y colorida ornamentación del navío y que responde al afán de preservarlo en la medida de lo posible; tarea ésta que resulta ardua, puesto que el proceso de deterioro se inició inmediatamente después de que el barco fuera recuperado del mar. Por ello, el equipo del museo está llevando a cabo desde hace años la prácticamente titánica labor de reproducir al milímetro las partes más deterioradas del Vasa para poder reemplazarlas con réplicas exactas.
El Vasamuseet, por otra parte, no sólo muestra el esplendor de lo que debió ser una especie de palacio flotante, sino que ofrece la oportunidad a sus visitantes de contemplar en detalle el navío a través de una fantástica maqueta. Además, el museo alberga diversas exposiciones temporales, una tienda, un restaurante, una sala de lectura y una sala de proyecciones, donde se exhibe el film Vasa, que puede escucharse en 16 idiomas.
Finalmente, y a pesar de que las cuatro plantas que componen el museo son de imprescindible visita, se recomienda acceder a la que se encuentra en el piso inferior, donde se pueden observar – a través de diverso y profuso material audiovisual y fruto del resultado de estudios forenses – qué rostros tendrían en vida los cadáveres de la tripulación que se recuperaron junto al Vasa.
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