31 de octubre de 2019

Paisaje italiano. Roma (1922-1923)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos el día con el pintor estonio Konrad Mägi (1878-1925).

Recordado por sus paisajes de vívidos colores, Mägi se convirtió en vida en uno de los artistas más reputados de su país durante el pasado siglo.

Entre su obra destaca Paisaje italiano. Roma (1922-1923), hoy en poder de la Enn Kunila’s Art Collection.

¡Feliz jueves! 


30 de octubre de 2019

Cinco horas con Mario


Folleto de la obra


Hace cuarenta años se estrenaba en Madrid la adaptación teatral de Cinco horas con Mario, obra cumbre del escritor español Miguel Delibes, quien interviniera, por cierto, en esa traslación a escena que resultó ser un hito en la historia del teatro español.

Siempre dirigida por Josefina Molina e interpretada por Lola Herrera, quien, en aquel entonces, 1979, tenía una edad similar a la del personaje que encarnaba, Carmen Sotillo, Cinco horas con Mario fue representándose, con algunos periodos de pausa, por todo el territorio español hasta el año 2005. 

En 2018, tras trece años de pausa, Cinco horas con Mario iniciaba una nueva gira por España y, como antaño, el mismo equipo, incluida la producción, se hacían cargo de la exitosa adaptación. En su paso por diferentes ciudades españolas, Cinco horas con Mario recaló finalmente en la Ciudad Condal hace escasas semanas y se mantuvo en escena en el Teatre Goya hasta el pasado 20 de octubre.


Ambientada en la España de 1966, en plena era franquista, Cinco horas con Mario narra la historia de Carmen Sotillo, una mujer de mediana edad que acaba de quedarse viuda de forma sorpresiva. Tras un intenso día de duelo acompañada por familiares y amigos –que en esta adaptación teatral se resuelve brillantemente mediante el uso de voces en off–, Carmen se queda sola en su casa para velar, lo que resta de la noche, a su difunto esposo.

El monólogo de Carmen a lo largo de esas horas de vigilia va desgranando los mil y un pesares de los que se cree víctima y, a su vez, la retrata de una forma opuesta a lo que pretende, pues, en sus reproches hacia el difunto, Carmen no sólo se muestra esclava de sus frustradas ansias pequeñoburguesas, sino de su desamor hacia un marido del que muy probablemente nunca estuviera enamorada, su ruin sentimiento de envidia hacia los que alcanzaron lo que ella nunca logró, sus innumerables frustraciones, especialmente sexuales, y, sobre todo, un pesado sentimiento de culpa del que pretende zafarse mediante confesión.

En esa sentida letanía de lamentos, la figura de Mario emerge como un idealista mal adaptado a esa España de provincias con la que Delibes siempre fuera tan crítico, pero también como un inconformista de sólidas convicciones que, sin embargo, nunca fue capaz de sustraerse de las ataduras de su época y clase social y que, al igual que Carmen, quedó atrapado en la infelicidad de un matrimonio sin amor.

Dirigida sin ampulosidades y con un diseño austero –reducido a un atrezo compuesto por una mesa escritorio, tres sillas, un sillón y el ataúd que preside el escenario– y en el que priman los colores oscuros, como el propio vestuario de la única protagonista, y una luz suave, modulada según los pasajes del relato, Cinco horas con Mario cuenta con una baza inigualable, Lola Herrera, una actriz absolutamente excelsa, capaz de brindar con sus 84 años, que se dice pronto, una interpretación sencillamente magistral, desprovista de artificios y de sobreactuación y sí rebosante de una naturalidad que, paradójicamente, roza lo sobrenatural, con momentos en los que resulta difícil discernir entre realidad y ficción, como cuando Herrera se muestra acatarrada, no se sabe si ciñéndose al libreto o bien integrando a su actuación un malestar físico que incluye una pertinaz tos en algunos momentos de la obra.


Excelente adaptación de una obra excepcional de las letras españolas, Cinco horas con Mario es una delicatessen para cualquier amante de las artes escénicas, por lo que no podemos dejar de recomendarla. Su próxima parada será el 23 de noviembre en el Teatre-Auditori de Sant Cugat


29 de octubre de 2019

El ómnibus de Bayswater (1895)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos la semana con el pintor irlandés George William Joy (1844-1925).

Virtuoso violinista a temprana edad y decidido a formar parte de la vida militar, Joy vio truncado su sueño por una herida que le incapacitaría para el ejército. No obstante, esa discapacidad le impelería a abrazar una nueva profesión, la pintura.

Entre sus trabajos destaca El ómnibus de Bayswater, lienzo realizado en 1895 y hoy en poder del Museum of London.

¡Feliz martes! 


28 de octubre de 2019

Valkiria (1864)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos la semana con el pintor noruego Peter Nicolai Arbo (1831-1892).

Recordado especialmente por sus lienzos de temática histórica, Arbo también dedicó buena parte de su obra a la mitología escandinava.

Un ejemplo de ello es su Valkiria de 1864, hoy en poder del Museo Nacional de Estocolmo.

¡Feliz lunes! 


27 de octubre de 2019

Charlotte Wolter como Mesalina (1875)

Fuente: Wikipedia

Nos despedimos de esta semana con el pintor austríaco Hans Makart (1840-1884).

Reconocido en vida, Makart fue una de las mayores influencias de Gustav Klimt.

Entre su obra destaca este retrato de una entonces famosa actriz austríaca asumiendo el papel de la esposa del emperador Claudio, Charlotte Wolter como Mesalina, lienzo pintado en 1875 y hoy en poder del Museo de Viena.

¡Feliz domingo! 


26 de octubre de 2019

Por la mañana. París (1911)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos el fin de semana con el pintor ruso Konstantín Korovin (1861-1939).

Adscrito a la corriente del impresionismo, a Korovin no sólo se le recuerda por su producción pictórica, sino por su producción de decorados para los teatros más importantes de Europa.

Entre su obra destaca Por la mañana. París, lienzo realizado en 1911 y hoy en poder de un coleccionista privado.

¡Feliz sábado! 


25 de octubre de 2019

A orillas del Alzette (1915)


Fuente: Wikipedia

Hoy recordamos al pintor luxemburgués Dominique Lang (1874-1919).

Considerado como el pintor impresionista más importante de su país, Lang no gozó en vida del reconocimiento necesario como para vivir de su trabajo. 

Su obra, que conoce varias etapas, que van desde el prerrafaelismo al impresionismo, cuenta hoy, sin embargo, con un gran reconocimiento. Entre sus trabajos destaca A orillas del Alzette, lienzo pintado en 1915 y en la actualidad en poder de un coleccionista privado.

¡Feliz viernes! 


24 de octubre de 2019

Áyax (1936-1937)


Fuente: Wikipedia

Comenzamos el día con el pintor estadounidense John Steuart Curry (1897-1946).

Nacido y criado en Kansas, Steuart Curry procedía de una familia de granjeros con inquietudes culturales, lo que le llevó entrar en contacto con el mundo del arte a edad muy temprana, llegando a convertirse, con el devenir de los años, en uno de los máximos representantes del llamado regionalismo estadounidense.

Entre su obra destaca Áyax, lienzo pintado entre 1936 y 1937 y hoy en poder del Smithsonian American Art Museum.

¡Feliz jueves! 

23 de octubre de 2019

El buen hijo

Carátula de la novela

Harto del férreo control ejercido por su madre y deseoso de librarse de los terribles efectos secundarios de su medicación para la epilepsia, Yu-Jin, un joven estudiante a punto de iniciar una carrera universitaria, abandona por unos días su tratamiento. Una mañana, tras haber tomado y ejecutado esa decisión, que se revelará trascendental, Yu-Jin se despierta con un fuerte y penetrante olor. Inquieto, abandona su habitación y desciende por las escaleras a la planta baja del apartamento que comparte con su madre y su hermano. Una vez abajo, hallará el cadáver de su madre en un enorme charco de sangre. La mujer ha sido degollada y Yu-Jin tan sólo puede recordar en ese momento que su madre gritó su nombre la noche anterior, pero es incapaz de discernir si fue pidiendo su ayuda o bien intentando zafarse del ataque de su propio hijo.

Este es el inquietante arranque de El buen hijo, obra de la escritora coreana You-Jeong Jeong, célebre en su país de origen por sus novelas de suspense e intriga, lo que la ha llevado a ser bautizada como la Stephen King coreana.

Narrada en primera persona y con un ritmo pausado, El buen hijo es, sin duda alguna, una de las novelas más perturbadoras que se han escrito en años recientes, si bien también podrían aplicársele otros adjetivos igualmente acertados como los de escalofriante, retorcida, oscura hasta parecer siniestra, emocionante, adictiva y, sobre todo, claustrofóbica.

Una de las mejores bazas con las que juega Jeong para urdir su trama radica precisamente en su elección de narrar en primera persona, lo que de por sí ya imprime un gran grado de subjetividad en la historia desarrollada. Que ese narrador, además, sea un enfermo que ha dejado su medicación, y que alegue sufrir grandes lagunas en su memoria, lleva al lector a preguntarse todo el tiempo, de principio a fin, si realmente está asistiendo a una narración sincera con un personaje con el que podría llegar a empatizar o si, por el contrario, está siendo objeto de un elaborado ejercicio de manipulación.

Jeong opta también por una narración lineal, aunque salpicada con numerosos flashbacks, episodios que se asumen como pura fantasía debido a la enfermedad de su protagonista, alucinaciones varias y los extractos de un diario escrito por la víctima. 

La escritora coreana sabe además jugar muy bien con el lector, conduciéndolo hacia un rumbo que parece intuirse para dar un frenazo y conducir en dirección contraria, propiciando que el desarrollo y desenlace sean impredecibles hasta el final.

Narrada con elegancia, refinamiento e intensidad, El buen hijo va mucho más allá, sin embargo, de una novela negra al uso. De hecho, la precisión clínica con la que Jeong disecciona a sus personajes sirve para lograr un análisis único en las relaciones entre hermanos y, especialmente, entre una madre supuestamente dominante y su hijo enfermo.

El buen hijo, en definitiva, no va a dejar indiferente a ningún fan de novela negra. Los no aficionados al género deberían, sin embargo, darle una oportunidad a esta escritora que, curtida en el campo de la psicología, regala al lector más exigente una excelente obra en la que la condición humana y las relaciones sociales, especialmente las familiares, se abordan con una maestría encomiable.

Por último, cabría señalar que esta irrupción coreana en el campo del thriller literario también supone una auténtica bocanada de aire fresco tras años de éxito continuado de los autores de origen escandinavo.


22 de octubre de 2019

El experto en arte (1880-1890)


Fuente: Wikipedia

Hoy recordamos al pintor finés de origen alemán Adolf von Becker (1831-1909).

Graduado en derecho, Von Becker dedicó, sin embargo, gran parte de su vida al mundo del arte, lo que le llevó a residir en importantes urbes europeas, como París o Madrid.

Entre su obra destaca El experto en arte, lienzo facturado entre 1880 y 1890 y que hoy puede contemplarse en el EMMAEspoo Museum of Modern Art.

¡Feliz martes! 


21 de octubre de 2019

Prados en flor (1897)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos la semana con el pintor estadounidense John Joseph Enneking (1841-1916).

Recordado por sus paisajes, Enneking padeció toda su vida serios problemas de visión, que no le impidieron, sin embargo, dejar tras de sí un importante legado pictórico.

Entre su obra destaca Prados en flor, lienzo pintado en 1897 y en la actualidad en manos de un coleccionista privado.

¡Feliz lunes! 


20 de octubre de 2019

El bosque Scheveningen cerca de La Haya (1778)

Fuente: Wikipedia
Finalizamos la semana con el pintor, grabador y dibujante neerlandés Paulus Constantijn la Fargue, también conocido como Constantine Paul Lafargue (1729-1782).
Criado en una familia de artistas, Lafargue abordó diversas temáticas pictóricas, entre ellas la paisajística.
A ese grupo pertenece El bosque Scheveningen cerca de La Haya, lienzo realizado en 1778 y hoy en poder del Rijksmuseum, en Ámsterdam.
¡Feliz domingo! 

19 de octubre de 2019

Cotarro del bandido (1888)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos el fin de semana con el fotógrafo danés, emigrado a Estados Unidos, Jacob Riis (1849-1914).

Considerado como uno de los pioneros de la fotografía documental estadounidense, Riis fue famoso en vida por plasmar en imágenes las duras condiciones a las que hubieron de hacer frente los más desfavorecidos en la Nueva York de finales del siglo XIX y principios del XX.

Entre sus obras destaca Cotarro del bandido, fotografía tomada en 1888 en la neoyorkina calle de Mulberry y publicada en Cómo vive la otra mitad: estudios entre las casas de vecindad de Nueva York, trabajo pionero en fotoperiodismo firmado por el propio Riis

¡Feliz sábado!  


18 de octubre de 2019

El sofá verde (1903)


Fuente: Wikipedia
Iniciamos el día con el pintor irlandés John Lavery (1856-1941).
A pesar de hacer carrera en Londres, tras una preceptiva estancia académica en París, Lavery abogó siempre por la independencia de Irlanda, llegando a pintar a uno de sus mayores defensores, Michael Collins.
La obra de Lavery, sin embargo, no se centró en política, sino en interiores y, sobre todo, retratos de su segunda esposa. El sofá verde, lienzo pintado en 1903, es un ejemplo de su savoir faire, aunque hoy no pueda contemplarse en museo alguno, pues pertenece a un coleccionista privado.
¡Feliz viernes! 

17 de octubre de 2019

El gato (1904)


Fuente: Wikipedia

Hoy recordamos a la pintora galesa Gwen John (1876-1939).

Criada en una familia amante del arte, John vivió gran parte de su vida en Francia, donde iniciaría su carrera pictórica.

El gato (1904) es uno de sus trabajos más recordados y hoy puede contemplarse en la magnífica Tate Britain.

¡Feliz jueves! 


16 de octubre de 2019

Joker


Carátula del film

En muy contadas ocasiones los certámenes de cine internacionales sorprenden tanto, a propios y a extraños, como este año lo ha hecho la última entrega del Festival Internacional de Cine de Venecia, que ha concedido su León de Oro, en un acto que algunos califican de revolucionario, a un film estadounidense de gran presupuesto, vinculado al mundo del cómic y dirigido por un cineasta, Todd Phillips, famoso hasta la fecha por su trilogía palomitera de Resacón en las Vegas.

Sin embargo, la aclamada Joker no sólo se aleja de los films de superhéroes al uso, sino que, partiendo de un personaje de sobra conocido por todos los amantes de la saga Batman, se erige como un excelentísimo ejercicio cinematográfico, que roza la maestría de una obra magna y que, además, ofrece al espectador una acerada y sibilina crítica de un mundo convulso a punto de implosionar por una profunda y creciente brecha social.

Ambientada en la década de los 80 del pasado siglo, en plena era Reagan, la acción de Joker transcurre por completo en la ciudad de Gotham, una mega urbe infernal, sucia, violenta, con nichos de pobreza en los que impera la marginalidad y en la que no es difícil reconocer la Nueva York anterior a Rudoph Giuliani.


En ese inframundo sobrevive Arthur Fleck, una suerte de moderno Frankenstein, condenado por la sociedad por una enfermedad neurológica que le impele a la risa cada vez que enfrenta un mal momento. Con un trabajo mal pagado, Fleck se encarga del cuidado de su madre enferma, con la que convive en un lúgubre y maltrecho edificio. El abuso al que le someten aquellos que no aceptan la diferencia, la interrupción de su medicación –como consecuencia de los recortes públicos– y la presión ejercida por unos medios carentes de toda ética, abocarán a Fleck a iniciar una espiral destructiva que atraerá a los más pobres y marginados de la sociedad, que lo acabarán endiosando para iniciar una lucha sin cuartel contra el establishement.

Esa novedosa redimensión de un personaje de cómic tan conocido en el imaginario colectivo se sustenta en numerosos aciertos, entre los que destacan un guion que recoge muy bien la evolución mental y física del personaje; una envolvente banda sonora y una dirección de imagen soberbia; el buen hacer de Phillips, que logra un ritmo sostenido –si bien el arranque de la acción pueda resultar un tanto lento para algún espectador– y escenas de gran belleza cinematográfica, con reminiscencias al formato operístico –especialmente en los momentos más cruciales de la evolución de Joker– y a otros filmes como Taxi Driver, por su retrato de la Nueva York de los 70, y también, con su música a ratos etérea, a obras como El resplandor y su protagonista, inmerso en el insondable camino hacia la locura, un personaje interpretado por Jack Nicholson, quien, bajo la batuta de Tim Burton, también se metiera en la piel de Joker hace ya tres décadas. Otro de los grandes pilares del film, sin el cual hubiera tenido un resultado completamente distinto, es sin duda la interpretación portentosa de un descomunal Joaquin Phoenix, quien brinda una actuación que deja, literalmente, sin palabras.

Finalmente, no puede dejar de mencionarse esa crítica sibilina, demoledora, hacia el populismo y la aseveración rotunda de que la desigualdad puede degenerar en caos. Joker, héroe prácticamente a su pesar, se mueve solo atraído por su afán de venganza, no por un anhelo de crítica social como apuntan esos medios que, sin reparo, lo han ridiculizado para ganar en audiencias. Además, es imposible no preguntarse si entre sus seguidores no podrían hallarse los que, en su vida anterior, le habrían apalizado, sin dudarlo, por el mero hecho de ser diferente.

No menos acerada es la crítica social hacia una elite, representada en la familia Wayne, ajena por completo a la pobreza y que queda retratada en una escena demoledora, cuando los poderosos de Gotham se reúnen en una sala de cine para visionar una de las obras más sociales jamás filmadas, Tiempos modernos del gran e inigualable Charles Chaplin.

Si bien Joker dista mucho de ser un film que enaltezca la violencia, sí corre el peligro que pueda malinterpretarse; al fin y al cabo, y como quiere demostrar, nada hay más fácil que encender la ira colectiva y envolverla bajo el manto de la justicia social, porque es aquí, con los interrogantes que se plantean de forma muy sutil, cuando el film de Phillips resulta más perturbador. ¿Cuántos ejemplos ofrece la historia de masas cegadas por el odio que acabaron destruyendo un sistema injusto para erigir algo mucho peor? Y, aún más pernicioso, ¿cuántos luchadores, cuyas biografías engrosan los libros de historia universal, no se movieron en realidad guiados por oscuras motivaciones que supieron ocultar con maestría, envueltos en una bandera o deviniendo adalides de alguna causa social?


15 de octubre de 2019

Bajo el yugo, quemando la maleza (1893)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos el día con el pintor finés Eoro Järnefelt (1863-1937), un artista que descubrimos en el Ateneum, en Helsinki.

Conocido por su producción pictórica centrada en paisajes y retratos, Järnefelt también ejerció como profesor de arte durante buena parte de su vida profesional.

Bajo el yugo, quemando la maleza (1893) es una de sus obras más impresionantes y hoy puede contemplarse en el citado museo finés.

¡Feliz martes! 


14 de octubre de 2019

Comienzo del verano (1888)


Fuente: Wikipedia
Iniciamos la semana con el pintor estadounidense William Trost Richards (1833-1905).

Si bien adscrito al movimiento Prerrafaelita estadounidense, Richards dotó a su obra paisajística de un inconfundible realismo que, en muchos casos, resultaría casi fotográfico, especialmente en sus escenas de montañas nevadas.

Entre su trabajo destaca Comienzo del verano, lienzo pintado en 1888 y hoy en poder del Brooklyn Museum.

¡Feliz lunes! 

13 de octubre de 2019

Retrato de María (1912)


Fuente: Wikipedia

Finalizamos la semana con el pintor austríaco Josef Maria Auchentaller (1865-1949).

Adscrito al Sezessionsstil y al Art Nouveau, Auchentaller es considerado en la actualidad como uno de los pintores austríacos más relevantes de su tiempo.

Retrato de María (1912) se halla, como buena parte de su legado, en poder de un coleccionista privado.

¡Feliz domingo! 


12 de octubre de 2019

Narciso (1810)


Fuente: Wikipedia


Iniciamos el fin de semana con el pintor austríaco de origen esloveno Franz Caucig (1755-1828).

Adscrito a la corriente del neoclasicismo, Caucig mostró a muy temprana edad su excelso savoir faire artístico y, con el devenir de los años, llegaría a convertirse en uno de los mayores representantes del neoclasicismo centroeuropeo.

Entre su obra, de temática variada, destacan sus lienzos dedicados a la antigüedad clásica y a la mitología grecorromana. Un ejemplo de ello sería su Narciso, trabajo realizado en 1810 y hoy en poder de la Narodna galerija (la Galería Nacional eslovena).


¡Feliz sábado! 


11 de octubre de 2019

Estudio de un artista (1864)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos este viernes con el polifacético artista estadounidense, John Ferguson Weir (1841-1926).

Escultor, escritor e, incluso, educador, Weir dejó para la posteridad un importante legado pictórico de temática variada, destacando especialmente los paisajes, los interiores y la naturaleza muerta.

Para la realización de Estudio de un artista, obra realizada en 1864 y hoy en poder de un coleccionista privado, Weir se inspiró en el lugar de trabajo de su padre, el también pintor Robert Walter Weir.

¡Feliz viernes! 


10 de octubre de 2019

Júlia (1911)


Fuente: Wikipedia


Iniciamos el día con el artista barcelonés Ramón Casas (1866-1932).

Pintor, cartelista y diseñador gráfico, Casas se formó en París y, gracias a su portentoso savoir faire, del que da muestra una más que prolífica obra, se convirtió en vida en uno de los pintores más famosos de su tiempo, amén de una de las figuras claves del modernismo catalán.

Entre su extensa obra destacan los trabajos dedicados al gran amor de su vida. Júlia, dibujo realizado en 1911 y perteneciente a la Colección Gadea, pudo contemplarse en la magnífica exposición dedicada a la musa del pintor que el Círculo de Liceu albergara hace unos años.

¡Feliz jueves! 



9 de octubre de 2019

Dolor y gloria


Carátula del film

Nominada a los premios Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa, Dolor y gloria también se ha hecho con el Premio al Mejor ActorAntonio Banderas– en la pasada edición del prestigioso Festival de Cannes, logrando, además, que gran parte de la crítica, incluso la que no es afín a Pedro Almodóvar, la reivindique como una de las mejores obras de la filmografía del director manchego.

Relato de tintes autobiográficos que, para más de un crítico cerraría el ciclo iniciado con La ley del deseo y continuado con La mala educación, el último film de Almodóvar narra la historia de Salvador Mallo, un director de cine en plena crisis, afectiva, moral y profesional, tras perder a su madre y padecer, desde hace años, diversos problemas de salud, no graves pero sí pertinaces, que lo han llevado a retirarse de su profesión, si bien aún no se haya resignado a dejar de tejer historias.


La reposición en la filmoteca madrileña de Sabor, un film rodado por Mallo hace más de tres décadas, llevará al director a iniciar un camino hacia el reencuentro, consigo mismo y con aquéllos de los que se distanció, y también hacia un pasado dominado por la presencia de su madre. Insospechadamente, la consideración de Sabor como un clásico del siglo XX le conducirá también a la adquisición de una nueva adicción tras años de abstenciones varias.

Lejos de constituirse como un ejercicio de autocomplacencia destinado al consumo de los más fieles fans del director manchego, Dolor y gloria es, por el contrario, un film realmente emotivo en el que brillan la contención y la ternura y en el que se abordan temas tan universales como la vejez y todo lo que ello lleva aparejado; la posibilidad de hacer las paces con el pasado o, al menos, aceptarlo; la reconciliación con amistades que se creían perdidas; el recuerdo intenso del amor perdido; las contradicciones internas; los traumas y angustias acentuados por la decadencia física; la incertidumbre hacia el futuro; la desolación ante la pérdida irreparable de un ser querido; la soledad y, dado que el protagonista es un artista, la temida crisis creativa. 

A pesar, no obstante, de abordar todos estos temas con una enorme maestría narrativa y visual, Dolor y gloria se erige ante todo como un auténtico homenaje a la madre, la de Mallo y, presuponemos, la de Almodóvar, figura clave en la vida de su hijo, lo que lleva al director manchego a hacer un excelso ejercicio de auto ficción y de cine dentro de cine que no dejará indiferente a ningún paladar cinéfilo exigente.

Por otra parte, Dolor y gloria, al revés que buena parte de la filmografía almodovariana, hace alarde de una gran contención dramática, alejada por completo del drama desaforado y sustentada, por el contrario, en una gran sutileza y austeridad narrativas, lo que da como resultado un film riquísimo en matices y en el que destacan poderosamente las increíbles interpretaciones de sus actores –absolutamente sublime Banderas, quien ha sabido captar a la perfección, hasta en los matices más sutiles, al Almodóvar más mediático; una increíble Penélope Cruz, cada día más grande como actriz; y un impactante Asier Etxeandia, quien borda su personaje. Brillan también otros acertados recursos, como la inclusión de pasajes teatrales o el diseño gráfico que ilustra los achaques que Mallo padece desde hace años. Y todo ello viene acompañado de algunas de las más destacadas características del cine de Almodóvar, como el colorido  de sus fotogramas, presente tanto en vestuario como interiores; la atención al detalle; los bellísimos planos; el humor y su buen hacer como director de actores –no hay nadie que haya sabido sacar tanto partido al talento de Banderas y Cruz como Pedro Almodóvar–, lo que convierte Dolor y gloria en un film imprescindible no sólo para los incondicionales del director manchego, sino también para los más exigentes sibaritas cinéfilos.

Dolor y gloria puede verse en pantalla grande y también en las plataformas Netflix y Filmin




8 de octubre de 2019

Amor entre las ruinas (1873)


Fuente: Wikipedia

Hoy recordamos al artista británico Edward Burne-Jones (1833-1898).

Adscrito a la Hermandad Prerrafaelita, Burne-Jones produjo algunas de las más bellas obras de aquella corriente artística, de vida tan corta como significativa.

Entre sus preciosos trabajos destaca Amor entre las ruinas, ejecutado en 1873 y, como buena parte de su legado, formando parte en la actualidad de una colección privada.

¡Feliz martes! 


7 de octubre de 2019

Mujer con collar de perlas en un palco (1879)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos la semana con la pintora estadounidense Mary Cassatt (1844-1926).

Adscrita al movimiento impresionista, Cassat pasó gran parte de su vida en Francia, llegando a forjar una gran amistad con Edgar Degas y siendo, además, comparada, por su estilo pictórico, con Berthe Morisot.

Mujer con collar de perlas en un palco (1879) es una muestra de su excelente labor como retratista y hoy puede contemplarse en el Philadelphia Museum of Art.

¡Feliz lunes! 


6 de octubre de 2019

Una noche de verano (1890)


Fuente: Wikipedia

Concluimos la semana con el pintor inglés Albert Joseph Moore (1841-1893).

Hijo y hermano de pintores consagrados, Moore también logró un merecido reconocimiento en vida.

Su obra, de corte realista, está protagonizada por lánguidas féminas y enmarcada en un ambiente netamente clásico. Ejemplo de ello sería su preciosa Una noche de verano, lienzo pintado en 1890 y hoy en poder de la Walker Art Gallery.

¡Feliz domingo! 


5 de octubre de 2019

Lesbia (1878)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos el fin de semana con el pintor e ilustrador inglés John Reinhard Wegelin (1849-1927).

Adscrito al estilo neoclásico, Wegelin halló en la mitología grecorromana y en la antigüedad clásica su mayor fuente de inspiración.

Entre su obra destaca Lesbia, lienzo pintado en 1878 y hoy en poder de un coleccionista privado.

¡Feliz sábado! 



4 de octubre de 2019

La plaza del mercado de Abbeville


Fuente: Wikipedia

Hoy recordamos al pintor francés Louis Braquaval (1854-1919).

A diferencia de su acaudalada familia, Braquaval nunca mostró un especial interés por el mundo de los negocios y, a pesar de no haber recibido nunca una formación artística, decidió, con el apoyo de su también adinerado suegro, abandonar su profesión de subastador y dedicarse por completo a su gran pasión, la pintura.

Si bien la obra de Braquaval fue largamente olvidada tras su muerte, en la década de los setenta del pasado siglo empezó a revalorizarse.

La plaza del mercado de Abbeville, realizada a principios del pasado siglo, se halla en poder del Museo de Bellas Artes de Rouen.

¡Feliz viernes! 


3 de octubre de 2019

Alt-Berlin, Waisenstraße (1927)


Fuente: Wikipedia

Iniciamos el día con al pintor, escritor y artista gráfico alemán Hans Baluschek (1870-1935).

Figura destacada del movimiento artístico Berliner Secession, Baluschek dedicó su obra a la clase trabajadora, a la que retrató con el máximo realismo pictórico.

Entre su profuso trabajo destaca Alt-Berlin, Waisenstraße (1927), hoy en poder del Märkisches Museum Berlin.

¡Feliz jueves! 


2 de octubre de 2019

Muerte en el Nilo

Cartel publicitario de la obra


Considerada como la mejor escritora británica de novela negra, Agatha Christie pudo saborear en vida las mieles del éxito, dejando para la posteridad un prolífico legado de obras de misterio que, por su desarrollo y su casi siempre impredecible desenlace, siguen asombrando, aun a pesar del tiempo transcurrido, a los lectores del siglo XXI, tanto o igual como hiciera con los de antaño.

No es por ello extraño que sus más conocidas obras hayan sido trasladadas a diversos formatos, como el cine, la televisión, el teatro, la radio y, más recientemente, el cómic o los videojuegos, atrayendo, además, no sólo a artistas y creativos anglosajones, sino del resto del mundo.

Este sería el caso del dramaturgo y director escénico Víctor Conde, quien hace unos años se hiciera cargo de la adaptación española de La Ratonera, una pieza teatral que Christie escribió en 1952 y que se ha convertido en la obra más longeva en escena, habiéndose representado sin interrupción durante casi setenta años en el emblemático West End londinense.

En su nueva obra, que antes de recalar en el barcelonés Teatre Borràs ya había sido representada en otras ciudades españolas, Conde regresa de nuevo a los textos de Christie, rescatando una de sus novelas más logradas y recordadas, Muerte en el Nilo, una historia ambientada en un crucero por el mítico río durante los años treinta de la pasada centuria. Durante esa travesía, en la que se dan cita diez personajes, se producirá un asesinato, lo que sumirá a los tripulantes en un estado de extrema inquietud y desconfianza mutua, pues entre ellos se halla el autor o autora de un crimen cometido con premeditación y con extremada sangre fría.


Alejada de la puesta en escena de las más recientes adaptaciones basadas en obras de la autora británica –como Y no quedará ninguno, Una visita inesperada o, incluso, La Ratonera–, Muerte en el Nilo cuenta con una puesta en escena rabiosamente moderna, rompedora, en la que se huye al máximo del estatismo del teatro clásico –en el que los actores entran y salen de escena según el desarrollo de la historia–, pero sin traicionar la esencia del texto de Christie, si bien sí cuente con alguna licencia artística que no altera ni la historia ni, mucho menos, su imprevisible desenlace –aunque algún espectador no perdone la ausencia del inigualable Hércules Poirot.

Así, en esta adaptación de la obra de Christie, Conde mantiene a todos sus actores permanentemente en un escenario con no más atrezzo que un conjunto de maletas de diferentes tamaños, algunas proyecciones a lo largo de la narración y la presencia prácticamente omnipresente de un pianista y de una cantante –protagonistas también de la historia, si bien Christie no concibiera para ellos esas profesiones–, que recrean, pautados por la banda sonora de Marc Álvarez, éxitos de los años treinta, como el Anything goes de Cole Porter. Con todo ello, Conde consigue transportar al espectador a otra época y lo hace con el savoir faire adquirido tras años de experiencia y, especialmente, en producciones como Los Miserables, pues, en más de un momento, esta nueva versión de Muerte en el Nilo remite al género del teatro musical. 

El genial arranque, inusual en formato y contenido, es otro de los puntos fuertes de esta adaptación teatral que no cuenta con descanso alguno, pero sí con dos actos diferenciados. La utilización de los mismos elementos escénicos en ambos resulta, sin embargo, desigual, pues en el primero, con sus actores vagando por el escenario y sumidos en su propio mundo mientras otros intérpretes declaman su texto, puede resultar, en algún momento, un tanto ampuloso y artificial. Por el contrario, la segunda parte es absolutamente increíble, ya que no sólo logra captar en escena el intenso suspense que Christie imprimía a sus páginas –labor nada fácil, por cierto–, sino introducir con éxito indiscutible, en un formato narrativo tan poco propicio para ello, un elemento tan cinematográfico como el flashback.


Mención aparte merece el diseño de vestuario, acorde con la época; la iluminación, que aporta un toque sensual a una historia, en definitiva, pasional; y, por supuesto, el excelente trabajo de todos, absolutamente todos, los actores, que citamos, para no incurrir en injusticia alguna, según la ficha técnica del Teatre Borràs: Miquel García Borda, Mariona Ribas, Aleix Rengel, Mar del Hoyo, Miriam Marcet, David Z. Vaquero, Albert Suárez, Lorena de Orte, Paula Moncada, Dídac Flores.

1 de octubre de 2019

Huyendo de la crítica (1874)


Fuente: Wikipedia

Hoy recordamos al pintor catalán Pere Borrell del Caso (1835-1910).

Gran exponente del trampantojo, una técnica pictórica que se vale de diversos elementos para engañar a la vista, Borrell del Caso fue famoso en vida por sus retratos, la mayoría por encargo, y por sus lienzos de temática religiosa, desaparecidos en casi su totalidad durante la Guerra Civil.

Huyendo de la crítica (1874) es su obra más famosa y hoy se halla en poder del Banco de España.

¡Feliz martes! 


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