31 de diciembre de 2018

Adiós 2018




Fuente: Wikipedia

Motivos profesionales y personales han imposibilitado que este año, que hoy acabamos, fuera tan fructífero en publicaciones como los años anteriores. No obstante, regresamos muy pronto con renovada ilusión y muchas ideas, que, en breve, se traducirán en nuevas secciones.

Hoy no podemos concluir el año, no obstante, sin desearos una buena entrada al siguiente y para ello recurrimos, como no podía ser menos, a una preciosa obra pictórica realizada por el pintor alemán Adolph von Menzel (1815-1905), Cena de baile (1878), que en la actualidad puede contemplarse en uno de los museos más importantes de Alemania y Europa, la Alte Nationalgalerie.


¡Feliz Año a todas y todos!


31 de mayo de 2018

Thérèse Raquin



                Publicidad de obra en el momento de su publicación, 1867

Desde que iniciáramos el blog, siempre −a excepción de nuestra sección de cine, que incluye algunos clásicos del Séptimo Arte−, hemos prestado nuestra atención a obras y actividades contemporáneas. Hoy, sin embargo, queremos dirigir nuestra mirada a un clásico de la literatura universal, Thérèse Raquin, una de las novelas más conocidas del autor francés Émile Zola.

Adscrita al estilo naturalista, un género especialmente literario que se emparenta con el realismo y del que Zola fue precisamente su principal impulsor, Thérèse Raquin tuvo como destacada fuente de inspiración unos hechos reales que, dada su truculencia, hicieron correr ríos de tinta en la época. Su publicación en 1867 sustrajo a su autor del anonimato, aunque buena parte de la crítica denostara con furor este trabajo, que llegaría incluso a ser tachado como literatura pútrida.

Escrita en tercera persona, Thérèse Raquin narra la historia de una joven marcada por la enfermedad, no la suya, sino la de su primo y futuro marido, un niño enfermizo y sobreprotegido por su madre que, contra todo pronóstico, conseguirá llegar a la edad adulta y empezar a labrarse un futuro en la capital francesa. Recluida en una mercería de un oscuro pasaje parisino, su mujer se resignará, mientras, a una vida sin alicientes ni esperanza. Esa gris existencia se resquebrajará con la irrupción en escena de Laurent, un amigo de la infancia del esposo.

Entregados a una pasión frenética, que Zola describe con una singular combinación de sutileza y explicitud, Thérèse y su amante Laurent no tardarán en empezar a urdir un plan para librarse del esposo. La ejecución de ese plan, que resultará exitosa, no permitirá a los amantes alcanzar, sin embargo, su tan ansiada felicidad. Por el contrario, tanto Thérèse como Laurent se verán consumidos por los remordimientos de su repugnante acto.

Para la redacción de este relato inmortal, el autor galo privilegió, en detrimento de la acción, el análisis de sus personajes −a los que diseccionó con la laboriosidad de un entregado entomólogo y el desapasionamiento y distanciamiento propios del estilo literario al que consagrara la práctica totalidad de su obra−, si bien su lectura atemporal y trepidante, por cuanto el análisis de los personajes los aboca a un final funesto, mantiene en vilo a quien se sumerja en sus páginas, tanto el lector contemporáneo como el de antaño.

Thérèse Raquin brinda también al lector la oportunidad de profundizar en la ya aludida corriente del naturalismo, que daría lugar a un género literario de gran éxito en el Viejo Continente, aunque hoy día sus preceptos difícilmente encajen en la sociedad del XXI, especialmente la occidental, puesto que el naturalismo parte de la idea de que el ser humano, cuya existencia se ve determinada por su entorno social e, incluso por su herencia genética −que en el caso concreto de Thérèse Raquin hace incurrir a su autor en alguna aseveraciones sumamente racistas−, no tiene posibilidad alguna de libre albedrío.

La famosa obra de Zola, sin embargo, difícilmente dejará indiferente a ningún amante de la literatura, y prueba de ello es que, a más de una centuria desde que fuera publicada por primera vez, todavía sigue captando la atención de otros creativos, que la han adaptado, de hecho, en fechas recientes, como el director teatral Evan Cabnet, quien la llevó a Broadway hace pocos años, o el film In secret, dirigido en 2013 por Charlie Stratton y en el que se dio a conocer el portentoso talento de la actriz norteamericana Elizabeth Olsen. Si nos remontamos en el tiempo, habría que citar la que posiblemente sea considerada como la mejor adaptación cinematográfica de la obra, el film con título homónimo que en 1953 dirigiera Marcel Carné y protagonizaran Simone Signoret y Raf Vallone.

¡Feliz jueves y feliz lectura!



24 de mayo de 2018

Hannah




Hannah, el segundo film del cineasta italiano Andrea Pallaoro, comparte con el largometraje británico 45 años, dirigido por Andrew Haigh y estrenado unos pocos años antes, no solo a su principal y magnífica intérprete, Charlotte Rampling, sino su adscripción a una corriente minimalista que no todos los amantes del Séptimo Arte estiman por igual, pero que ha sido abrazada principalmente por cineastas europeos con voluntad de alejarse al máximo del cine de gran formato, tan propio de la cinematografía hollywoodiense y que tantos adeptos tiene a lo largo y ancho del mundo.

Narrada en un lapso de tiempo que se asume breve, en esta su segunda obra, Pallaoro disecciona, cual afanoso entomólogo, a su protagonista, realizando un seguimiento exhaustivo de su rutina diaria, que incluye numerosos viajes en metro, su trabajo como limpiadora en una casa de una, en apariencia, adinerada madre soltera, sus visitas a la piscina, sus actuaciones en una suerte de técnica teatral terapéutica y, sobre todo, su reclusión en un apartamento que parece alejado del centro, en un barrio de clase media.



En su apuesta por el más puro minimalismo, cercano en el plano visual a la corriente Dogma que tan interesantes films diera lugar hace unos años, pero huyendo de la narrativa dramatúrgica más clásica, Pallaoro recurre a la inclusión en el metraje de numerosos tiempos muertos −tantos, que más de un espectador podría tachar su trabajo de plúmbeo−, un desarrollo exageradamente lento, ausencia de banda sonora, diálogos breves, casi inexistentes, y proliferación de numerosos planos fijos, algunos de ellos francamente bellos, otros tantos, casi se podría afirmar, meramente accesorios.

Hannah no carece, sin embargo, de argumento, si bien, y cual una novela de Henry James, este haya que leerlo entre líneas o más especialmente entre silencios −con escenas de una contención dramática demoledora− y algunos diálogos en los que lo que se omite resulta de una magnitud inconmensurable, ya que el hilo conductor en el que se apoya el argumento del film es la soledad, el sentimiento de culpa, la sospecha y, sobre todo, la exclusión social por un delito que la protagonista no ha cometido pero que su desconocimiento del mismo no la ha eximido de culpa ante los ojos de terceros, especialmente de su único hijo.

A pesar de sus aciertos −entre los que destaca la soberbia interpretación de Rampling, que consiguió hacerse con la Copa Volpi a la mejor actriz en el 74 Festival de Venecia−, Hannah no resulta un film de fácil visionado, independientemente de que el espectador pueda estar acostumbrado a la cinematografía europea más minoritaria. Además, la sensación cuando se abandona la sala tras haberse proyectado todos los títulos de crédito es, de hecho, de profunda desazón.

En cualquier caso, Hannah es un film por el cual merece la pena abonar la entrada de cine si se quiere degustar cine europeo de calidad, si bien existan otros filmes de concepción y ejecución similar, como el ya aludido 45 años, en el que Rampling estaba igualmente brillante, que, si bien alejados de las reglas de la dramaturgia más clásica, sí abrazan algunos de sus mayores rasgos distintivos para apelar los sentimientos del espectador, logrando así llegar a un mayor público. Hannah peca, de hecho, de un exceso de contención que puede resultar excesivo en muchos momentos de su metraje, aunque el leit motiv del film se revele casi enseguida al espectador, dejando poco lugar para la imaginación a lo largo de su desarrollo.



16 de mayo de 2018

Bodegas Sandeman




Bañada por el río Duero, Oporto es, sin duda alguna, una de las ciudades con más encanto de Europa y, tanto para los amantes del arte y la cultura como para los paladares más exigentes, el destino ideal para una agradable escapada de unos pocos días.

Si bien no dotada con espacios museísticos de relumbrón, Oporto sí se muestra ante sus visitantes como una urbe vibrante en la que el arte callejero tiene cabida en buena parte de sus espacios públicos. La ciudad lusa es, además, conocida por sus platos y, sobre todo, por sus caldos, especialmente el que lleva su nombre, el exquisito y digestivo vino de Oporto, cultivado en la región de Douro, un lugar que, a unos escasos cien kilómetros de la segunda ciudad más importante de Portugal, reúne las condiciones idóneas para lograr las mejores variedades de esta especialidad de vino.

La casi totalidad de las bodegas que producen tan apreciado caldo no se hallan, sin embargo, en Oporto, sino en la vecina Vila Nova de Gaia, una localidad a la que se puede acceder a pie por el magnífico Puente de Luís I y desde la que se pueden observar las mejores vistas de la ciudad de Oporto, con sus alegres y, un tanto, decadentes casas de colores asentadas a la orilla del río.

Dado el gran número de bodegas que ofrecen visitas guiadas, no resulta fácil decantarse por alguna en especial. No obstante, si se apuesta por visitar una de las más renombradas, una buena opción es acudir a las Bodegas Sandeman, cuya icónica imagen está intrínsecamente ligada a la ciudad de Oporto y es visible en varios puntos de la ciudad.



Las Bodegas Sandeman deben su nombre a su creador, George Sandeman, un emprendedor establecido en Londres a finales del siglo XVIII que acabaría ampliando su negocio hasta esta región portuguesa, en la que llegó a hacerse, en muy poco tiempo, con un reputado nombre. Mucho después de su muerte, ya en 1928, se crearía el conocido logo de la empresa, una silueta negra que, ataviada con la capa típica de los estudiantes universitarios portugueses y un sombrero jerezano, es hoy uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad.

Albergadas por un edificio obra del arquitecto Joaquim da Costa Lima Sampaio, las Bodegas Sandeman son, por sus numerosas visitas diarias, programadas en diferentes idiomas, unas de las más frecuentadas de la ciudad. Además, y antes de acceder al recinto en el que se producen los vinos, el visitante podrá adentrarse en la historia de las bodegas gracias a la información proporcionada en el pequeño espacio expositivo −en el que pueden observarse carteles y anuncios de diferentes momentos históricos− que se halla en el hall del edificio.



La visita, que suele tener una duración de media hora, será conducida por un guía ataviado como el personaje del logo que ha dado fama a la marca y que llevará al visitante por diferentes espacios para mostrar cómo se elabora el preciado vino, cómo madura y se conserva, qué variedades se producen y cómo degustarlo. El punto final de la visita, tras haber visionado un breve video que proporciona una explicación más técnica de la elaboración del vino, consiste en la degustación de dos o tres variedades de Oporto, según el tipo de entrada que se haya seleccionado. Nosotras recomendamos la entrada premium, que nos permitió degustar una copa de vino blanco, una de vintage y una de tawny



Experiencia gastronómica y cultural inolvidable, no podemos dejar de recomendar la visita a estas bodegas, que evidencian la creciente importancia del enoturismo y de la gestión cultural centrada en el campo de la enología.


9 de mayo de 2018

MNAC. Nueva presentación de Renacimiento y barroco





Hace unas semanas visitamos el inigualable MNAC para ver la estupenda exposición William Morris y el movimiento Arts & Crafts en Gran Bretaña. En aquella ocasión, para degustar al máximo esa muestra expositiva, dejamos para una ulterior visita la nueva presentación de la sección dedicada al Renacimiento y el Barroco del afamado museo.

Esta ampliación, que se dio a conocer al gran público a finales del mes de enero del presente año, es fruto de un largo proceso de planificación, documentación y restauración. Un arduo trabajo que ha implicado integrar la colección Cambó y la colección Thyssen, dotando así el recorrido expositivo de una mayor contextualización. 



La nueva presentación de esta sección se sustenta en casi trescientas piezas, veintidós de las cuales nunca habían sido expuestas; otras piezas del conjunto ahora expuesto, por el contrario, llevaban un tiempo sin ser mostradas al público.

Además de las obras pictóricas, que conforman el mayor grueso de esta sección, en el recorrido por las salas que las albergan se pueden contemplar dibujos y grabados −estos últimos dispuestos en un espacio con una iluminación considerablemente más atenuada para preservar los trabajos, que se encuentran colocados en vitrinas dotadas con cajones que el visitante puede abrir y cerrar a voluntad−, monedas, medallas, fotografías, destacado material bibliográfico e, incluso, un tapiz.

El recorrido de la exposición, que pone a disposición del visitante las más modernas herramientas museísticas, no parte de un criterio cronológico, sino que, por el contrario, y para ofrecer una mayor contextualización entre épocas y estilos, se articula en torno a diferentes áreas temáticas, como:







Fascinante en su concepción y puesta en escena, la reformulada sección dedicada al Renacimiento y al Barroco ofrece al visitante no solo la oportunidad de sumergirse en una narrativa alejada de los posicionamientos academicistas a los que nos tienen acostumbrados los grandes espacios expositivos de titularidad estatal, sino que permite ver de cerca el trabajo de artistas inmortales como El Greco, Cranach, Goya, Tiepolo, Tintoretto, Velázquez, Rubens o Zurbarán.

Muestra, en definitiva, imprescindible para los amantes del arte y la cultura, a esta renovada sección de uno de los museos más visitados de Cataluña solo podría achacársele un punto negativo, la cierta dejadez expositiva de la sala de dibujos y grabados, en la que algunas obras no se hallan correctamente alineadas o, incluso, pueden invadir el espacio de alguna cartela.




2 de mayo de 2018

Y no quedará ninguno




Hace unas semanas hablábamos de la puesta en escena de Una visita inesperada, uno de los grandes clásicos de la gran maestra del suspense, Agatha Christie. Hoy no podemos menos que prestar nuestra atención a la adaptación de Y no quedará ninguno, otro de los celebrados relatos de la escritora británica que estos días se representa en la Ciudad Condal, concretamente en el Teatre Apolo, que hace unos años, precisamente, escenificara la obra teatral más representada de todos los tiempos, La ratonera, escrita también por Christie.

Inicialmente titulada Ten little niggersDiez negritos, en su versión española−, Y no quedará ninguno fue, por su innegable connotación racista, rebautizada con su actual título años después de haber sido editada por primera vez en 1939. Aún con su título original, su gran éxito de ventas conllevó que la obra fuera adaptada a diversos formatos y en innumerables ocasiones.

La adaptación barcelonesa de la obra de Christie ha corrido a cargo de Gianluca Ramazzotti y Ricard Reguant −este último también se ha hecho cargo de la dirección− y lleva representándose desde hace meses en la zona teatral por excelencia de la Ciudad Condal.



Y no quedará ninguno narra la historia de diez personas que, invitadas o contratadas por un misterioso o misteriosa anfitriona, se quedan atrapadas en una mansión aislada, situada en una isla incomunicada. La primera noche de su estancia en el lugar son acusados, por una voz procedente de un magnetófono, de haber cometido, cada uno de ellos, crímenes que quedaron impunes. A partir de ese momento, los huéspedes de la mansión serán ejecutados, uno a uno, por los medios más variopintos y siguiendo la letra de una nana muy conocida en el Reino Unido.

Con un toque decididamente cinematográfico a lo largo de toda su puesta en escena, esta adaptación de la famosa novela de Christie se inicia precisamente con esta canción y con el telón bajado, en el que, cual pantalla de cine, se proyectan las sombras de diez figuras que van desapareciendo, una a una, siguiendo la letra de la canción, hasta no quedar ninguna.

Uno de los mayores puntos fuertes de esta producción es precisamente el uso de elementos netamente cinematográficos −como la inclusión de música, cual banda sonora, en momentos especialmente dramáticos, o el recurso de los juegos de iluminación en escenas clave−, lo que dota a la obra de ese aire de misterio envolvente que caracterizara el cine negro añejo, un subgénero que, basado generalmente en obras literarias, ha dado al Séptimo Arte obras maestras, entre las que se incluye, por cierto, una adaptación de la propia Christie, Testigo de cargo, que Billy Wilder llevara al cine en 1958.

A pesar de esos ingredientes cinematográficos, Y no quedará ninguno es, sin duda, una obra teatral de corte clásico en la que el desarrollo de toda la historia tiene lugar en un único escenario. Un escenario en el que se han cuidado al máximo los detalles y que cuenta con un aire art-déco que se aviene bien con la caracterización de los personajes, ataviados todos ellos con indumentaria propia de la década de los cincuenta del pasado siglo.

Y no quedará ninguno cuenta, además, con un magnífico plantel de actores y con el innegable savoir faire de Reguant y Ramazzoti, que han conseguido hilar a la perfección drama, misterio y suspense con grandes dosis de fino humor.

Como punto final, cabría señalar que la presente adaptación teatral no sólo es fiel al relato original, sino que también ha respetado su desenlace, un final que la propia Christie quiso dulcificar en la primera traslación de la obra a escena para ofrecer al espectador británico, recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, un epílogo más esperanzador a una historia de por sí sumamente dramática. Esa apuesta de Christie se impuso en las numerosísimas adaptaciones que, en diversos formatos, se han llevado a cabo a lo largo de los años, por lo que poder asistir al final con el que fuera concebida la obra original es, sumado a todo lo anterior, un auténtico regalo para el espectador barcelonense.




18 de abril de 2018

William Morris y el movimiento Arts & Crafts en Gran Bretaña




Después de su paso por Madrid, el pasado mes de febrero llegaba a Barcelona la exposición William Morris y el movimiento Arts & Crafts en Gran Bretaña, una fascinante muestra que podrá verse en el MNAC hasta el próximo 21 de mayo y que ha sido producida por el propio Museu Nacional d’Art de Catalunya y la Fundación Juan March.

Alumbrado en 1880 y desarrollado hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, Arts and Crafts fue un movimiento artístico de vida breve que, sin embargo, fue abrazado muy rápidamente por artistas de otras latitudes, como América e incluso Japón −además del resto de Europa. El nombre de esta corriente se tomó de la empresa Arts and Craft Exhibition Society, fundada en 1887 por una de las figuras más relevantes de la Gran Bretaña del siglo XIX, el ensayista, escritor, artesano, diseñador y emprendedor y empresario británico William Morris.

Aunando los conceptos de artesanía y arte −dos términos que el elitismo que impregna buena parte de los movimientos artísticos de la pasada y presente centuria se ha empecinado en contraponer− Arts and Crafts abogaba por el diseño de los objetos tradicionales por medio de los utensilios e ingredientes de la artesanía tradicional.

La presente exposición, la primera dedicada en España a esta corriente artística, cuenta con 300 piezas, procedentes en su mayor parte de emblemáticas instituciones museísticas −como, entre otras, el Victoria and Albert Museum, la National Portrait Gallery, la Tate Gallery o la Whitworth Art Gallery− y consistentes en fotografías, dibujos, pinturas, cerámica, encuadernaciones, cerámicas, vidrios, textiles o mobiliario, que muestran al visitante el enorme talento de un hombre tan renacentista como Morris, pero también el de otros coetáneos suyos, que no sólo darían inicio al denominado diseño moderno, sino que también entroncarían con la efímera, pero importantísima, Hermandad Prerrafelita −no cabe olvidar que una de las grandes musas de esta corriente artística, Jane Burden, acabaría convirtiéndose en la esposa de William Morris.


El movimiento iniciado por Morris estaría además teñido por un fuerte componente social, pues el polifacético artista británico acabaría convirtiéndose en un auténtico agitador de conciencias, a pesar de haber nacido en el seno de una familia acomodada, pasando a engrosar los anales de la historia como una de las voces más críticas de la explotación inhumana a la que diera pie la revolución industrial, un acontecimiento histórico que, si bien aportaría pingües beneficios al entonces omnipresente imperio británico, conduciría a la gran masa obrera de su país a unas condiciones laborales deleznables. Por ello, además de convertirse, no sin esfuerzo dada su proverbial timidez, en un entregado orador en pro de una sociedad más igualitaria, Morris abogó por la producción artesanal en detrimento de lo que él bautizaría como producción en masa de bienes feos, llegando a pronunciar la que quizá sea su más célebre frase, y que figura, de hecho, en uno de los paneles expositivos de la muestra, No tengas nada en tu casa que no sepas que es útil o que no consideres bello.

La muestra, exquisita en su diseño expositivo, presenta varios espacios temáticos, Los inicios −en el que se detallan las influencias en la obra de Morris−; la Red House −centrada en el hogar de Morris y su familia, para el que se crearon numerosas y reseñables piezas−; William Morris y compañía −dedicado a la empresa fundada por el artista británico con cuyo nombre se bautizaría el movimiento−; El Movimiento Arts and Crafts en Gran Bretaña y La difusión internacional de los ideales Arts and Crafts. Secciones, todas ellas, que permiten un recorrido amplio por el un movimiento que ejerció un fuerte influjo en varias generaciones de artistas latitudes diversas.

Exposición exquisita y rigurosa, William Morris y el movimiento Arts & Crafts en Gran Bretaña difícilmente dejará indiferentes a los amantes del arte y la cultura.




11 de abril de 2018

Una visita inesperada



No podemos negar que sentimos un cariño muy especial hacia la escritora británica Agatha Christie. No en vano, fue a través de su pluma que descubrimos el apasionante mundo de la lectura. Por ello, aprovechamos cualquier oportunidad de poder ver en pantalla o representada en escena alguna de sus obras. El año pasado tuvimos la fortuna de poder asistir en Londres, en su 65º aniversario, a la representación de la obra que más tiempo lleva en escena en el mundo, La Ratonera. Y hace escasos días pudimos ver, esta vez en nuestra ciudad, la adaptación de otra de sus obras, no tan emblemática, pero, sin duda, con una trama igualmente bien urdida, Una visita inesperada.

Narrada en formato teatral, para años más tarde ser novelizada por el escritor australiano Charles Osborne, Una visita inesperada fue escrita por la maestra indiscutible del suspense en 1958. Ese mismo año se llevaría por primera vez a los escenarios en un teatro londinense.

Ambientada en Gales, Una visita inesperada relata la historia de un hombre de negocios que, tras una avería en su coche un día de intensa niebla, se ve forzado a pedir ayuda en una casa aislada. Allí, tras acceder al salón por la puerta trasera, sin que nadie haya respondido a su llamada, se encuentra ante una escena sumamente dramática, una mujer sosteniendo un revólver y un cadáver, todavía caliente, postrado en una silla de ruedas.


A pesar de que la situación que se muestra ante sus ojos parece resultar inequívoca, el visitante inesperado cuestiona la culpabilidad de la mujer, esposa del asesinado, y decide inventar una serie de pruebas para despistar las pesquisas policiales que se llevarán a cabo con el descubrimiento del cadáver. Esas pesquisas, que se iniciarán de inmediato, tras haber sido informada la policía del crimen, conducirán al interrogatorio de todos los habitantes de la casa, unidos al difunto por lazos familiares o laborales y con motivos, todos ellos, para odiar al finado.

Con un montaje tradicional, en el que los personajes entran y salen del escenario, Una visita inesperada remite, de hecho, poderosamente a la ya citada La ratonera −y sin que ello vaya en absoluto en menoscabo su indiscutible calidad−, no sólo por su argumento, sino también por la dinámica de su puesta en escena y también por su atrezzo, un escenario ambientado como un salón que recuerda la ambientación del gran clásico teatral de Christie, tanto en Londres como en la adaptación barcelonesa representada hace unos años.

Además de su exquisita puesta en escena y su impecable despliegue técnico, Una visita inesperada destaca especialmente por su dirección y, cómo no, por su magnífico plantel de actores, todos brillantes en sus respectivas interpretaciones y haciendo gala, además, de una impecable dicción, de esa que tanto de menos se echa en el cine producido por estos lares.

A ello habría que unir el propio teatro en el que se representa, el Teatre del Raval, un espacio pequeño para los estándares de gran formato, pero que, con su magnífica acústica y la comodidad de sus asientos, brinda a este tipo de obras, más intimistas, un insuperable ambiente. Además, y para conseguir una mayor complicidad con el espectador, la obra cuenta con una mini pausa de dos minutos en la que los espectadores pueden indicar quién creen que es el asesino o asesina. Los aciertos, previo sorteo, se premian con dos invitaciones para cenar y dos entradas de teatro.

El éxito de esta obra, que fue estrenada en septiembre del año pasado, ha propiciado que sus representaciones se prolonguen hasta el próximo 29 de abril, por lo que, los que residís en Barcelona, no tenéis excusa para perderos esta adaptación que, con sus destacados aciertos, demuestra, una vez más, que hay autores para los que el tiempo no pasa.



4 de abril de 2018

El cuento de la criada


A pocas semanas de que se estrene la segunda temporada de El cuento de la criada, no podemos menos que hablar de su primera parte, una de las mejores series facturadas en los últimos años, lo que la ha hecho merecedora de algunos de los galardones más prestigiosos otorgados en Estados Unidos.


El cuento de la criada se basa muy fielmente en la novela homónima que la escritora canadiense Margaret Atwood escribiera a mediados de los años ochenta del pasado siglo. Un inquietante relato que sería adaptado al cine pocos años después −en un film protagonizado por Faye Dunaway, Robert Duvall y Natasha Richardson− y también al formato escénico mediante una adaptación operística.

La narración de Atwood sitúa al espectador en un futuro distópico, ambientado en la República de Gilead, un país surgido de una extinta Estados Unidos después de que un ataque terrorista llevara a la hoy más poderosa nación del mundo a recluirse en sí misma y a deshacerse de sus mayores símbolos identitarios, su constitución y su democracia.

Lejos de constituirse como un paraíso, Gilead resulta ser una sociedad opresiva, totalitaria, sustentada en un sistema teocrático que ha privado a las mujeres de sus derechos más fundamentales y sometido a toda suerte de vejaciones, entre las que se incluyen violaciones cuyo mayor propósito no es otro que el de concebir hijos, ya que el nuevo país, como, al parecer el resto del mundo, adolece de una muy baja tasa de natalidad, consecuencia de los estragos medioambientales producidos en los años inmediatamente anteriores a la creación de Gilead. Las mujeres no son, sin embargo, las únicas víctimas del represivo sistema instaurado tras una revolución, todos aquellos contrarios al régimen, entre los que se incluyen sacerdotes −pues Gilead sustenta sus bases fundacionales en una perversa y retorcida interpretación de la Biblia−, son ajusticiados y sus cadáveres mostrados, para escarnio público, en las principales vías de las ciudades. 

De factura impecable, en la que imperan numerosos primeros planos y un uso excelente de la paleta cromática para expresar diferentes estados de ánimo, transitar entre un presente horrendo y un pasado inmediato en el que ya se percibían los primeros síntomas de transición hacia Gilead, y también para distinguir el diferente estatus de las mujeres del nuevo estado, la versión televisiva de El cuento de la criada cuenta también con un magnífico guion y, sobre todo, unas interpretaciones soberbias en las que destacan todos y cada uno de los actores. Ese buen hacer de los intérpretes se ve afianzado no sólo por el recurso de los ya aludidos primeros planos −que resultan reveladores de los amplios registros interpretativos de los que son capaces las principales actrices−, sino también por el diseño de puestas en escenas estáticas, que no meramente artificiosas, que remiten poderosamente al plano teatral y abundan más si cabe el grado de tensión del espectador ante una historia que discurre por senderos no trillados.

Sin embargo, donde El cuento de la criada resulta excelsa es en su capacidad de provocar en el espectador no pocas reflexiones, que, inevitablemente, pueden inducir a plantear más de un paralelismo con un presente en el que han empezado a aflorar ideas y posicionamientos cuyo radicalismo remite a los peores horrores del convulso siglo XX.

La segunda temporada de El cuento de la criada, cuyo estreno está previsto para finales de este mes, resulta prometedora en su presentación vía tráiler, si bien su guion no parta ya del original literario que diera pie a los primeros capítulos, aunque sí cuente con el consenso y colaboración de Atwood. El tiempo dirá si se confirma o no aquel dicho de que segundas partes nunca fueron buenas. Nosotras estaremos muy atentas a su estreno para comprobarlo.




14 de febrero de 2018

El Investigador Cultural propone hoy a... La Casa Amarilla




El Investigador Cultural se desplaza esta semana a Málaga para presentaros La Casa Amarilla, un muy interesante proyecto creado hace ahora una década.

LCMálaga, más conocida como La Casa Amarilla, es un centro cultural que se autodefine como una Asociación Cultural con espíritu startup, conformada por artistas, gestores y comisarios con una dilatada experiencia en el campo de las Industrias Culturales. Sus principales objetivos son potenciar el desarrollo profesional de artistas, tanto nacionales como internacionales, y dar difusión a su obra. Al igual que otros centros dependientes a nivel internacional, La Casa Amarilla también tiene por objetivos el intercambio y la promoción artística y cultural, por lo que colabora con otras asociaciones culturales, centros artísticos y organismos varios a nivel nacional e internacional.

En pos de esos objetivos LCMálaga desarrolla, además, otras acciones, como:

  • Intercambios con diferentes entidades internacionales para fomentar el intercambio de artistas y la producción de su obra 
  • Eventos (presentaciones de libros, pop-ups, charlas…) 
  • Organización de diferentes exposiciones, ya sea a través de la galería o desde la ventana amarilla, un escaparate abierto a la calle donde cualquier persona puede ver y acceder a las obras realizadas por diferentes artistas malagueños ―cada 15 días se presenta la obra de un artista diferente.  

La Casa Amarilla también tiene presencia en otros canales, como son:

Blog 





Nos despedimos no sin antes recomendaros la visita a los enlaces mencionados.


¡Feliz semana artística y cultural! 😉😉😉



7 de febrero de 2018

El Investigador Cultural propone hoy a... Patrimonio Expositivo






El Investigador Cultural presta esta semana su atención a Patrimonio Expositivo, un interesante proyecto centrado en el patrimonio artístico y cultural.

Patrimonio Expositivo tiene como principal misión asesorar, gestionar y dirigir, mediante la realización de diferentes actividades, diversos proyectos museográficos. Para ello cuenta con un equipo especializado que diseña y ejecuta exposiciones, tanto temporales como permanentes, en centros de interpretación. Además, Patrimonio Expositivo centra también su actividad en la conservación y restauración de bienes culturales y el desarrollo de otros proyectos de gestión cultural.

Los servicios que ofrece Patrimonio Expositivo se agrupan así en:

  • Conservación y restauración
  • Gestión cultural: difusión y promoción del patrimonio material e inmaterial
  • Creatividad e innovación en la realización de los proyectos
  • Gestión total que implica el total desarrollo, en todos sus aspectos, de un proyecto

Patrimonio Expositivo, por otra parte, define sus proyectos como singulares, creativos e innovadores  y con esta premisa ha desarrollado diferentes trabajos que se hallan en la sección Nuestros Proyectos de su página web. 

Como no podía ser menos, Patrimonio Expositivo está muy presente en la Web 2.0 a través de sus perfiles en:





Nos despedimos hasta la semana que viene no sin antes animaros a echar un vistazo a los enlaces mencionados.



¡Feliz semana! 😉😉😉




31 de enero de 2018

El Investigador Cultural propone hoy a... Cinelandia






El Investigador Cultural se desplaza esta semana a Nueva York para presentaros un interesantísimo proyecto vinculado al mundo del cine, Cinelandia.

Creado por Vanessa Erazo y Sarah Bingham Miller en el año 2013, Cinelandia tiene como principal objetivo difundir y promover el cine latinoamericano y el cine latino producido en Estados Unidos. Además, Cinelandia también se constituye como un espacio de contacto entre los cineastas y su público y en el que los realizadores pueden dar a conocer sus proyectos cinematográficos. Para que un film aparezca en la plataforma, deben seguirse los pasos que se enumeran en este enlace




Cinelandia se convierte así en una plataforma que ofrece información a los amantes del cine latino, a través de su web y redes sociales, sobre diferentes films y su lugar de proyección en Estados Unidos. Esa información se reparte en diferentes secciones, como estrenos de cine; “community screenings” (proyecciones en diferentes espacios); o festivales de cine en los que participan estos films. Desde su página web también se ofrece la oportunidad de adquirir algunas de estas películas vía compra.

Cinelandia, como no podía ser menos, está muy presente en las redes sociales, a través de sus perfiles en:





Nos despedimos hasta la semana siguiente, no sin antes recomendaros que echéis un vistazo a los enlaces proporcionados. 😉😉😉





24 de enero de 2018

El Investigador Cultural propone hoy a... SmartIb


El Investigador Cultural de esta semana presta su atención a SMartIb, una, como siempre, muy interesante iniciativa.

SMartIb se define en su página web como una cooperativa de impulso empresarial que tiene como principal objetivo mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del ámbito de la cultura y así evitar la precariedad de la que adolece el sector. Para ello, da cobertura legal a sus socios mediante servicios mutualizados, que incluyen, tal como aparece en su web, en el apartado Servicios:

Asesoramiento laboral y legal

Facturación y contratos

Financiación a través del Fondo de Garantía

Gestión del presupuesto de proyectos en grupo

Seguro de responsabilidad civil

Prevención en riesgos laborales

Equipo de expertos en gestión cultural, materias fiscales, jurídicas y laborales.

Asesoramiento en Propiedad Intelectual, derechos de autor, comercio electrónico y nuevas tecnologías.

Dentro de este apartado, también destacan cuatro secciones con diferentes ámbitos de actuación:





Además de todo ello, SMartIb también se conforma como una plataforma para el trabajo en red y la conectividad del sector creativo. Y es que, aparte de ofrecer a sus miembros una estructura empresarial, SMartIb se constituye como una red asociativa que se compone de profesionales que desarrollan diferentes proyectos de forma compartida.

Actualmente, la iniciativa cuenta con socios de ámbitos diversos del sector cultural, a los que ofrece también diferentes promociones; también dispone de oficinas distribuidas por diversas ciudades españolas,  a lo que habría que sumar el convenio que tiene suscrito con Agetec. 

SMartIb, como no podía ser menos, está presente en las principales redes sociales:



Nos despedimos hasta la semana que viene, no sin antes recomendaros que echéis un vistazo a los enlaces mencionados. 😉😉😉




17 de enero de 2018

El Investigador Cultural propone hoy a... Photographic Social Vision




El Investigador Cultural de esta semana presta su atención a Photographic Social Vision, una entidad sin ánimo de lucro que, creada en 2001, se centra en la fotografía y el fotoperiodismo.

Constituida como fundación, Photographic Social Vision se describe en su página web como una entidad sin ánimo de lucro comprometida en divulgar y potenciar el valor social de la fotografía documental y el fotoperiodismo. En su sección Misión se recogen su misión, visión y valores y, también, sus objetivos, que se enuncian como sigue:

  • sensibilizar a la sociedad sobre realidades poco conocidas y problemáticas sociales
  • promover la transformación e integración social dotando de herramientas de expresión a grupos e individuos, tanto público general como colectivos en riesgo
  • apoyar el desarrollo profesional de fotógrafos documentalistas y asesorar a entidades vinculadas al sector

La fundación está integrada por un equipo de mujeres y cuenta, además, con otros colaboradores para la realización de diferentes proyectos. En la actualidad, se trabaja con tres vías de actuación: Proyectos, Educación y Profesional.

Las principales actividades derivadas de esas líneas de actuación se traducen en la producción y difusión de contenidos fotográficos, de fotografía documental, a través de su página web; diseño y ejecución de exposiciones (World Press Photo y festival DOCFIELD) y de talleres, edición de libros, realización de audiovisuales y servicios de consultoría y asesoría jurídica a fotógrafos.

En su página web se recogen todas las acciones llevadas a cabo, agrupadas por apartados:







Para finalizar, mencionaros que Photographic Social Vision también está presente en las redes sociales:





Recomendándoos, como siempre, que consultéis los enlaces proporcionados, nos despedimos hasta la semana que viene. 😉😉😉



10 de enero de 2018

El Investigador Cultural propone hoy a... Eventus Culture




El Investigador Cultural presta hoy su atención a Eventus Culture Group, una, como siempre, muy interesante iniciativa.

Creada por Olivier Sánchez hace ya dos décadas, Eventus Culture Group tiene como principal misión la organización de diversos espectáculos y actividades culturales, como pasacalles, actuaciones musicales, recreaciones históricas y un largo etcétera. Para llevar a cabo estas actividades, la empresa cuenta con un equipo de profesionales con una dilatada experiencia en coordinación y gestión de eventos culturales.

Con una clara orientación hacia el cliente, Eventus Culture Group trabaja especialmente para administraciones públicas, ayuntamientos de las principales ciudades españolas y también europeas. Además, en la actualidad también ofrece servicios a otras empresas y a grandes multinacionales.

Los espectáculos y actividades realizados por esta iniciativa cultural son, tal y como se enumeran en su página web, los siguientes:







Además, en su página web se puede acceder a diferentes apartados de gran interés:


Blog 


Como no podía ser menos, Eventus Culture Group está muy presente en las redes sociales a través de sus perfiles en:









Recomendándoos, como siempre, que echéis un vistazo a los enlaces proporcionados, nos despedimos con este vídeo para que podáis conocer un poco más este interesante proyecto.





¡Hasta la semana que viene! 😉😉😉



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