16 de mayo de 2018

Bodegas Sandeman




Bañada por el río Duero, Oporto es, sin duda alguna, una de las ciudades con más encanto de Europa y, tanto para los amantes del arte y la cultura como para los paladares más exigentes, el destino ideal para una agradable escapada de unos pocos días.

Si bien no dotada con espacios museísticos de relumbrón, Oporto sí se muestra ante sus visitantes como una urbe vibrante en la que el arte callejero tiene cabida en buena parte de sus espacios públicos. La ciudad lusa es, además, conocida por sus platos y, sobre todo, por sus caldos, especialmente el que lleva su nombre, el exquisito y digestivo vino de Oporto, cultivado en la región de Douro, un lugar que, a unos escasos cien kilómetros de la segunda ciudad más importante de Portugal, reúne las condiciones idóneas para lograr las mejores variedades de esta especialidad de vino.

La casi totalidad de las bodegas que producen tan apreciado caldo no se hallan, sin embargo, en Oporto, sino en la vecina Vila Nova de Gaia, una localidad a la que se puede acceder a pie por el magnífico Puente de Luís I y desde la que se pueden observar las mejores vistas de la ciudad de Oporto, con sus alegres y, un tanto, decadentes casas de colores asentadas a la orilla del río.

Dado el gran número de bodegas que ofrecen visitas guiadas, no resulta fácil decantarse por alguna en especial. No obstante, si se apuesta por visitar una de las más renombradas, una buena opción es acudir a las Bodegas Sandeman, cuya icónica imagen está intrínsecamente ligada a la ciudad de Oporto y es visible en varios puntos de la ciudad.



Las Bodegas Sandeman deben su nombre a su creador, George Sandeman, un emprendedor establecido en Londres a finales del siglo XVIII que acabaría ampliando su negocio hasta esta región portuguesa, en la que llegó a hacerse, en muy poco tiempo, con un reputado nombre. Mucho después de su muerte, ya en 1928, se crearía el conocido logo de la empresa, una silueta negra que, ataviada con la capa típica de los estudiantes universitarios portugueses y un sombrero jerezano, es hoy uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad.

Albergadas por un edificio obra del arquitecto Joaquim da Costa Lima Sampaio, las Bodegas Sandeman son, por sus numerosas visitas diarias, programadas en diferentes idiomas, unas de las más frecuentadas de la ciudad. Además, y antes de acceder al recinto en el que se producen los vinos, el visitante podrá adentrarse en la historia de las bodegas gracias a la información proporcionada en el pequeño espacio expositivo −en el que pueden observarse carteles y anuncios de diferentes momentos históricos− que se halla en el hall del edificio.



La visita, que suele tener una duración de media hora, será conducida por un guía ataviado como el personaje del logo que ha dado fama a la marca y que llevará al visitante por diferentes espacios para mostrar cómo se elabora el preciado vino, cómo madura y se conserva, qué variedades se producen y cómo degustarlo. El punto final de la visita, tras haber visionado un breve video que proporciona una explicación más técnica de la elaboración del vino, consiste en la degustación de dos o tres variedades de Oporto, según el tipo de entrada que se haya seleccionado. Nosotras recomendamos la entrada premium, que nos permitió degustar una copa de vino blanco, una de vintage y una de tawny



Experiencia gastronómica y cultural inolvidable, no podemos dejar de recomendar la visita a estas bodegas, que evidencian la creciente importancia del enoturismo y de la gestión cultural centrada en el campo de la enología.


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