29 de julio de 2014

El año de la plaga. Una muy bien construida trama


Portada de la edición en castellano. RBA
Sin vacaciones durante uno esos meses de agosto increíblemente calurosos y bochornosos con los que Barcelona suele obsequiar a sus habitantes y visitantes, Víctor Negro, un asistente social, intenta sobreponerse a una traumática ruptura amorosa y a los cada vez más intensos dolores de cabeza que, desde hace un tiempo, sufre con reiterada frecuencia.

Cuando, inusitadamente y sin motivo aparente, algunas de las personas que tiene a su cargo empiecen a cometer suicidio, Víctor, paranoico por naturaleza, no tardará en urdir una increíble hipótesis articulada a partir de la presencia, en las viviendas de todos los fallecidos, de una planta de la familia del eucalipto que desprende un fuerte y mareante olor.

Esta es la trama de la que parte El año de la plaga, la segunda novela del escritor Marc Pastor, una historia que, si bien no totalmente original en su concepción, resulta fascinante e hipnótica en su desarrollo.

Entre los muchos aciertos que hacen de El año de la plaga una obra de más que recomendable lectura se cuentan su excelente pulso narrativo –con un ritmo sosegado en un primer momento y, a medida que avance la historia, frenético y sostenido hasta el final-; una prosa cuidada y exenta de ampulosidades –resulta totalmente recomendable leer el libro en catalán si se domina el idioma-; unos muy bien construidos personajes –especialmente el de su principal protagonista y narrador de la historia-; y, por supuesto, las múltiples referencias a films, novelas, cómics, canciones o seriales facturados, principalmente, en la década de los noventa del pasado siglo y que, lejos de constituirse como un vistoso aderezo, se entretejen a la perfección con los hechos narrados.

La más importante de esas referencias, sin embargo, alude a una obra realizada muchos años antes, Los ladrones de cuerpos, la emblemática novela de ciencia ficción que Jack Finney escribiera en 1955 y que, desde que se editara, ha conocido cuatro adaptaciones cinematográficas, entre las que destacan la primera, realizada por el cineasta Don Siegel tan sólo un año después de la publicación del relato, y la segunda, filmada por Philip Kaufman en 1978 y quizá la más conseguida de todas las traslaciones a la gran pantalla de la historia del novelista estadounidense, un film muy premiado en su tiempo y en el que Pastor parece haberse apoyado para desarrollar el argumento de su obra.

Sería, no obstante, erróneo pensar que la novela de Pastor es otra más de las muchas adaptaciones, más o menos confesas, a las que ha dado pie la novela de Finney. El año de la plaga, de hecho, depara al lector una sorpresa tras otra a medida que se aproxima a su conclusión, un punto final tan elaborado que, incluso podría escapar a las verdaderas intenciones de su autor, propiciando que las interpretaciones de los lectores puedan llegar a ser tan válidas, aun distantes, como las que movieron a Pastor a redactar su obra.

El año de la plaga resulta, en definitiva, una obra que difícilmente dejará indiferentes a los aficionados de la ciencia ficción, un género que, independientemente de su formato –literario, cinematográfico, cómic, televisivo e, incluso radiofónico-, ha servido, en innumerables ocasiones –y ésta no es una excepción-, para plantear al lector, espectador u oyente, aquellas preguntas sin respuesta que la humanidad lleva haciéndose desde su propia génesis.

Como recomendación, y sin ahondar demasiado –no quisiéramos incurrir en un odiado spoiler- se recomienda encarecidamente a los lectores que presten especial atención a la/s página/s 214. Por nuestra parte, emplearemos el verano en abordar la lectura de las obras de Pastor que preceden y suceden a esta tan lograda novela.


25 de julio de 2014

El Investigador Cultural propone hoy a...European Art Magazine




Este viernes, El Investigador Cultural destaca una, como siempre, muy interesante iniciativa, European Art Magazine, un magazín volcado en la difusión del arte, la cultura y el diseño.

La génesis de este proyecto parte de la idea de seis jóvenes creadores asociados a TACCbcn (Taller d'Art, Cultura i Creació), una plataforma y asociación sin ánimo de lucro cuyo cometido es impulsar, a nivel internacional, proyectos de artistas, diseñadores y agentes culturales.

Gestada, precisamente, como una plataforma online, European Art Magazine tiene previsto, en un futuro próximo, crear una publicación anual en la que sus redactores se harán eco del trabajo de creadores y artistas, así como de diferentes iniciativas culturales. Además, y para conseguir una mayor divulgación, sus autores contarán con la colaboración de otras entidades, como la ya mencionada TACCbcn

Actualmente, European Art Magazine agrupa en su apartado “Noticias todos los posts publicados sobre diferentes temáticas. Todos ellos se engloban, además, en diversas categorías, como, entre otras:
Art 
Culture 
Opinión y Crítica
Cine y Audiovisuales
Diseño
Escena
Música  
Como no podía ser menos en un proyecto de estas características, European Art Magazine cuenta con perfiles en las principales redes sociales:

Twitter
    
Animándoos como siempre a consultar los enlaces proporcionados, os deseamos un feliz fin de semana repleto de arte y cultura.


22 de julio de 2014

Dos vidas. A medio camino entre el thriller y el drama



En una suerte de ejercicio catártico, el cine alemán de los últimos lustros ha abordado, casi sin complejos y con resultados más que notables, dos de los períodos más oscuros de la historia reciente del país teutón, el nazismo –con filmes tan soberbios como El Hundimiento- y los excesos cometidos durante la extinta República Democrática Alemana –que han inspirado obras tan críticas, a la par que nostálgicas, como la celebrada Good bye Lenin, u otras tan perturbadoras como la sublime La vida de los otros.

Con dos años de retraso, hace escasas semanas llegaba por fin a la cartelera española la coproducción alemana y noruega Dos vidas, un film que, basado en una novela de  Hannelore Hippe, aúna aquellos sombríos momentos históricos, centrándose principalmente en la infausta Lebensborn –la organización creada por la Alemania nazi que, en aras de perpetuar la raza aria, condenó a la orfandad a miles de niños- y el uso que, posteriormente, los servicios de inteligencia de la RDA hicieron de los menores criados en las instalaciones habilitadas por aquel programa de reproducción selectiva.

Partiendo de ese marco histórico, el film de Georg Maas cuenta con un más que impactante arranque argumental. Los secretos largamente ocultados por una ciudadana alemana, afincada durante más de dos décadas en Noruega, empezarán a desvelarse cuando, tras la caída del muro de Berlín, un abogado alemán contacte con ella y con su madre para que ambas testifiquen en el proceso judicial contra el estado noruego por su participación en la política eugenésica nazi, que convirtió a la propia protagonista en víctima, cuando, siendo aún un bebé, fue apartada de su madre, una ciudadana noruega, para ser criada en un orfanato en Alemania.

Con esa interesante trama argumental, el cineasta Georg Maas ha construido un film –el segundo de su carrera- que, entre sus aciertos, cuenta con un acabado impecable, no exento de la fascinante y fría factura del cine producido en los países escandinavos, y de un formato que, a ratos, remite al hoy en boga género del docudrama –algo que no debería resultar extraño a quien conozca el pasado de Maas como curtido documentalista.

Entre los puntos fuertes del film del cineasta alemán, no pueden dejar de citarse, por otra parte, el uso de numerosos flashbacks que, con una factura granulada, remiten al espectador a la estética de los años setenta, y un reparto de actores muy eficientes en sus respectivos papeles, especialmente Juliane Köhler y la siempre fantástica Liv Ullmann.


Sin embargo, y a pesar de esos acertados ingredientes –que, por sí solos, ya justifican el visionado del film-, Dos vidas cuenta, asimismo, con algunos elementos que lastran, sobremanera, el resultado de un largometraje que, con otro enfoque, muy posiblemente habría resultado soberbio.

Indudablemente, el mayor de esos desaciertos radica en el difícil encaje que Maas hace de los dos géneros en los que podría adscribirse su film -el thriller de espionaje y el melodrama de enjundia filosófica. No obstante, y si bien en el formato thriller Dos vidas peca de un ritmo errático, unas conclusiones previsibles y unos villanos casi de opereta, en su vertiente melodramática resulta mucho más exitoso, aunque se eche en falta una mayor apuesta por los recursos propios del género, especialmente por su sugestiva temática, que da pie a más de un debate ético y moral.

Sea como fuere, Dos vidas, con su sana labor de revisionismo histórico, resulta un film de agradecido visionado para cualquier cinéfilo amante de la historia contemporánea y se constituye, sin duda alguna, como un oasis en una cartelera repleta a rebosar de los consabidos éxitos veraniegos.


18 de julio de 2014

El Investigador Cultural propone hoy a...reharq* Di(ver)fusión del Patrimonio




El Investigador Cultural presta hoy su atención a la importante labor de difusión de la revalorización del patrimonio llevada a cabo por reharq* Di(ver)fusión del Patrimonio, una muy interesante y necesaria iniciativa cultural.

Ideado y gestionado por Libe Fernández Torróntegui, reharq* es un proyecto que tiene como objetivo prioritario acercar, de forma amena y divertida, el patrimonio al público. Partiendo de ese principio, el blog del proyecto incluye temáticas muy relacionadas con el patrimonio, como la gastronomía y la fotografía, consiguiendo así, y tal y como se recoge en su página, un nuevo enfoque a la difusión del patrimonio arquitectónico.

En pos de la consecución de sus objetivos, reharq* se estructura en cuatro apartados:
Arquitectura intervenida. Espacio en el que se muestran diferentes edificios históricos que han sido rehabilitados, como el Teatro Romano de Medellín  o la Catedral de Oviedo. 
Un no parar. Sección heterogénea con posts tan interesantes como Berlín, regreso al futuro. 
Hoteles Chulos. Espacio que permite al visitante descubrir edificios de gran valor histórico convertidos en hoteles, como el Hotel Baixa Vincci de Lisboa.   
Quién te ha visto...  Sección dedicada a la fotografía en la que la hacedora de este proyecto propone al usuario escoger una imagen retrospectiva de un edificio histórico para, posteriormente, realizar una fotografía que, con el mismo encuadre, permita, contrastándola con la vieja instantánea, apreciar la evolución del monumento.
reharq* cuenta, por otra parte, con secciones tan interesantes como:

#patrimoniotrip, en la que se engloban aquellos viajes turísticos cuyo objetivo es el de resaltar la conservación del patrimonio y darla a conocer.

Actualidad. Noticias que, publicadas los martes y jueves, dan parte de diferentes actividades relacionadas con el patrimonio, como congresos, cursos, etc.

La loable labor de reharq* se ha visto además recompensada con merecidos premios como: Mejor blog Internet&Euskadi (categoría personal) 2013Premio Woman Sarea 2014 (emprendimiento europeo del País Vasco).

Por supuesto, y como no podía ser menos, reharq* concede una especial importancia a las redes sociales y está presente en:


Flickr  
Youtube   

Animándoos como siempre a que echéis un vistazo a los enlaces proporcionados, os deseamos un muy feliz fin de semana cultural.


15 de julio de 2014

Love me. Una exposición imprescindible


Autor: Zed Nelson
Una de las fotografías de la exposición 
Tras más de una década en activo, el fotoperiodista británico Zed Nelson no sólo ha logrado labrarse una importante carrera profesional, sino a hacerse con numerosos y prestigiosos galardones. Esos parabienes de la crítica también han venido acompañados por el favor del público y, desde hace años, la obra de Nelson se exhibe en espacios museísticos tan importantes como la National Portrait Gallery, la Tate Modern Gallery o el Victoria & Albert Museum –donde, además, su trabajo forma ya parte de la colección permanente del museo.

Uno de los proyectos más exitosos de Nelson ha sido, sin duda, Love me, una muy interesante muestra fotográfica que, tras haberse expuesto en varios países, llegaba por fin a Barcelona el pasado 14 de mayo. La exposición, que puede verse en el Palau Robert hasta el próximo 31 de agosto, forma parte, además, de DOCfield 2014, un evento que, llevado a cabo íntegramente en la Ciudad Condal, va ya por su segunda edición y cuenta con un atractivo programa que incluye más de 50 exposiciones de fotografía documental y periodística, proyecciones nocturnas y actividades y conferencias varias.

Aplaudido y premiado allá por donde se ha exhibido, el proyecto de Nelson se articula en torno a un conjunto de imágenes cuyo hilo conductor es la obsesión de la sociedad actual por permanecer en un estado de eterna juventud y, además, respondiendo siempre a un ideal de belleza totalmente occidentalizado, lo que, entre otras cosas, ha popularizado en Asia las operaciones para eliminar los párpados rasgados, los tratamientos para aclarar la piel en África o los implantes nasales en China para agrandar la nariz.

Ese pavor a la vejez y esa obsesión por adscribirse a unos cánones de belleza muy determinados –y cada vez más restrictivos- se originan por un conjunto de factores, entre los que destacan los intereses de la industria de la imagen, un negocio que mueve ingentes cantidades de dinero y que, favorecido por los medios, propicia que las personas que se ajusten a ese ideal de belleza consigan un mayor reconocimiento social y, por ende, económico -como muestra de ello, en la exposición destaca especialmente la imagen del ejecutivo que se somete a una operación estética para poder equipararse físicamente con sus compañeros/competidores, todos ellos mucho más jóvenes que él.

El ideal de belleza –presente en todas las épocas bajo distintas formas pero nunca hasta ahora tan homogéneo- ha llegado, como muestran las fotografías de Nelson, a todos los rincones del planeta, lo que no sólo resulta realmente inquietante, tal y como apunta el fotógrafo británico, sino que, lejos de relegar al pasado prácticas tan aberrantes como el vendado de los pies en la China Imperial –costumbre que también se asociaba a un determinado canon de belleza y, en consecuencia, a un mayor reconocimiento social para las mujeres que la sufrían-, sigue propiciando intervenciones tan dolorosas e incomprensibles como el recorte de los dedos de los pies para hacerlos aptos a un tipo de calzado muy determinado –impactante resulta en ese sentido la imagen que muestra una radiografía con el resultado de esa operación.

Por todo ello, y en definitiva, Love me es, sin duda alguna, una exposición fascinante en todo su recorrido, tanto por la calidad de la obra expuesta como por las mil y una reflexiones que se pueden derivar de cada una de las imágenes mostradas, que, por cierto, se pueden también observar, en su totalidad, en la página de Nelson y/o en el libro que recoge su proyecto.

Finalmente, cabría destacar que, desde el punto de vista expositivo, la muestra resulta impecable y con aciertos tan logrados como el uso de paredes blancas y una fuerte iluminación halógena, lo que inevitablemente remite al visitante a la sala de un quirófano, lugar que han pisado en más de una ocasión, y por motivos meramente estéticos, la mayor parte de los protagonistas de las fotografías expuestas.


11 de julio de 2014

El Investigador Cultural propone hoy a...Fundación Mapfre Cultura




El Investigador Cultural de esta semana presta su atención a la labor llevada a cabo por la Fundación Mapfre Cultura, cuyo máximo objetivo es la difusión y promoción de la cultura, el arte y la historia a través de diferentes secciones:
La nueva plataforma de Historia. Portal que, accesible en tres idiomas, está concebido para constituirse como un espacio de debate entre historiadores y personas interesadas en la historia. La sección se divide, además, en tres subapartados: Colección, Blog y Archivos
Colecciones artísticas. La Fundación Mapfre Cultura dispone de una importante colección artística en la que destacan obras de destacados pintores, dibujantes y fotógrafos del siglo XX. La fundación cuenta así con dibujos de artistas como Pablo Picasso, Gustav Klimt, Kurt Schwitters, Henri Matisse o Egon Schiele; y fotografías de Walker Evans, Paul Strand o Eugène Atget.
Dada la importancia de esta colección, la fundación organiza diversas exposiciones –tanto en Madrid como en otras localidades- de pintura, escultura y dibujo –enmarcadas en un espacio temporal que abarca desde las postrimerías del siglo XIX hasta el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial- y fotografía contemporánea. La exposición que ahora mismo se puede visitar, por ejemplo, es la dedicada al fotógrafo Henri Cartier-Bresson .
Fundación Mapfre Cultura participa, por otra parte, en el proyecto Google Art Project y para ello ha creado una serie de Apps gratuitas -Dibujos del XX Agenda de actividades- y, muy acertadamente, diseñadas tanto para Android como para iOS.
Didáctica. Fundación Mapfre Cultura también ofrece diferentes actividades vinculadas con sus exposiciones, como visitas-taller, cursos para profesores, guías didácticas e, incluso, un concurso de fotografía.
La fundación concede, además, diferentes premios y ayudas, cuenta ya con diversas publicaciones -Colecciones de arte contemporáneo sobre papel: Guía de conservación, manipulación y exposición es la más reciente de todas ellas- y ofrece, en el Auditorio de Recoletos, diversos ciclos de conferencias, que versan sobre el arte, la historia y la cultura.
Como no podía ser menos, la fundación también está presente en las principales redes sociales:


Animándoos como siempre a consultar los enlaces proporcionados, nos despedimos hasta el próximo viernes y os deseamos un muy feliz fin de semana cultural.


8 de julio de 2014

El Cuarto de Lautréamont. Una excepcional novela gráfica



Un original subtítulo –que la anuncia como la primera novela gráfica, publicada en 1874, por fin en su edición íntegra- y una fascinante sinopsis –en la que se relata cómo, por azar, fue descubierta gracias a la aparición, en tierras australianas, de un maltrecho ejemplar fechado en 1921- se constituyen como la atractiva carta de presentación de El Cuarto de Lautréamont, una obra que, por concepción y desarrollo, difícilmente dejará indiferente a los amantes del Noveno Arte.

Presentada como una novela gráfica de tintes autobiográficos firmada por los olvidados Auguste Bretagne y Eugène de T.S. –a quienes se atribuye la invención del cómic, que ellos describirían como figuración poético-narrativa- y restaurada en su totalidad, y no sin un ingente esfuerzo, por los ilustradores franceses Philippe Lafon –más conocido como Corcal- y Edith Grattery, El Cuarto de Lautréamont traslada al lector a la fascinante y bohemia París de los años setenta del siglo XIX.

En aquella Ciudad de la Luz poblada por artistas variopintos, inclinados a una vida de excesos y, sobre todo, ávidos por hallar la inspiración que convirtiera sus trabajos en obras inmortales, reside Auguste Bretagne, un escritor de folletines al que el destino llevará a residir en la habitación donde, tan sólo un año antes, falleciera un poeta maldito en vida, Isidore-Lucien Ducasse, más conocido como el Conde de Lautréamont, autor de los inquietantes Cantos del Maldoror, un poema en prosa, dividido en seis partes, del que apenas se editaron unos pocos ejemplares en vida del autor, pero que años más tarde, tras su fallecimiento, sería rescatado del olvido por algunos de los más importantes artistas surrealistas, convirtiendo así a Ducasse en uno de los precursores de aquel movimiento artístico.

Obsesionado con la obra de Ducasse –que hallará íntegra en su habitación, en un baúl dejado por su antiguo inquilino-, Bretagne se irá sumergiendo en un ambiente onírico, un mundo en el que la línea divisoria entre realidad y ficción desaparece, haciendo que al lector le resulte difícil distinguir entre personajes tan reales como el poeta Charles Rimbaud o el polifacético Charles Cros y los muchos otros que pueblan las casi 150 páginas de esta fascinante novela gráfica.

En la consecución de ese ambiente irreal no sólo pesa, sin embargo, el desarrollo de una historia que es, cuando menos, atípica, sino también su articulación a través de un dibujo que, aunque de trazo depurado, elegante y realista, cuenta con no pocos elementos caricaturescos.

A todo ello habría que añadir que esa atmósfera de ensueño por la que transitan los personajes, reales y ficticios, se ve además beneficiada por el magnífico uso que sus autores hacen de una paleta de apagados colores que, además de conceder a la obra una pátina de antigüedad, convierten algunos de sus pasajes en escenas totalmente hipnóticas.

Sin embargo, y más allá de los aciertos reseñados, el más excelso de los ingredientes del trabajo firmado por Edith & Corcal es, sin duda alguna, su mero planteamiento, una idea que, si bien no nueva –muchos años atrás, con El proyecto de la Bruja de Blair, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez partieron de una premisa muy similar-, en formato cómic resulta absolutamente fascinante, especialmente porque da pie a pasajes tan acertados como la escena del incendio –supuestamente censurada en su momento y recuperada más tarde por Edith & Corcal- y el increíble epílogo, punto y final de una novela gráfica excepcional y de más que recomendable lectura y visionado.


4 de julio de 2014

El Investigador Cultural propone hoy a...Galería Pelayo 47



Esta semana, El Investigador Cultural centra su atención en Galería Pelayo 47, una galería de arte sita en el popular barrio de Chueca en Madrid.

Especializada en dibujo, ilustración y fotografía, Galería Pelayo 47 tiene como objetivo no sólo acercar estas disciplinas artísticas al público, sino incidir en su indiscutible valor histórico y documental.

Rigiéndose por esos principios, la galería ha llevado a cabo exposiciones tan interesantes como:

  • Prince Street Girls. Interesantísima exposición centrada en la obra Susan Meiselas, una de las fotógrafas de referencia en Estados Unidos. Esta muestra recogía un conjunto inédito de fotografías en blanco y negro, realizadas en la Little Italy de la década de los 60 del pasado siglo y con niñas italoamericanas como máximas protagonistas.
  • De López Rubio a Max, 85 años de tebeos. Fascinante recorrido por la historia del tebeo en España a través de sus autores –desde López Rubio hasta Max- y con la presencia de muchas obras originales.
  • En conmemoración del centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial –la llamada Gran Guerra-, Galería Pelayo 47 ha reunido un importante número de fotografías que muestran el armamento empleado en aquel conflicto bélico. La exposición, titulada Armamento de la Gran Guerra, podrá visitarse hasta el próximo 27 de septiembre.
Estas son, sin embargo, sólo algunas de las muchas exposiciones llevadas a cabo por Galería Pelayo 47. Para conocerlas en su totalidad, os remitimos a "Exposiciones", la sección de su web en la que se hallan agrupadas todas las realizadas hasta la fecha.

Galería Pelayo 47 está presente, además, en las principales redes sociales:

Animándoos como siempre a que echéis un vistazo a los enlaces proporcionados, os deseamos un muy feliz fin de semana repleto de arte y cultura.


1 de julio de 2014

La mujer invisible. Una delicatesen cinematográfica




Considerado como uno de los más importantes novelistas de la literatura universal, Charles Dickens gozó en vida del éxito, continuado y creciente, del que carecieron muchos otros escritores hoy consagrados.

A los 45 años, en plena cima de su carrera, el literato inglés sorprendió a la opinión pública separándose de su esposa, con la que, en las más de dos décadas en las que permanecieron casados, había engendrado una numerosa prole. La noticia hizo correr ríos de tinta e, inevitablemente, suscitó numerosos rumores que señalaban la existencia de otra mujer, algo que el escritor siempre negó enérgica y tajantemente. En los años 90 del pasado siglo, sin embargo, la periodista y biógrafa Claire Tomalin rescató del olvido a Nelly Terman, la mujer con la que Dickens pasó el resto de su vida, pero a la que, temeroso del escarnio público -y a pesar de que la suya fuera una de las voces más críticas y aceradas de su tiempo-, jamás mostró en sociedad.

La obra de Tomalin –muy conocida en el Reino Unido, donde llegó a convertirse en un auténtico bestseller- ha servido como fuente de inspiración directa para el actor galés Ralph Fiennes en su segunda incursión tras las cámaras, un film que, si bien no perfecto, se constituye, por sus muchos aciertos, como una auténtica delicatesen cinematográfica.

Entre los logros que hacen de La mujer invisible un film de más que recomendable visionado se cuentan una magnífica ambientación, una asombrosa fotografía y una más que adecuada banda sonora. A lo que habría que añadir un esmerado montaje que incluye escenas de una gran belleza poética –como los largos planos que muestran a su principal protagonista paseando por una playa desierta- o el acertado encadenamiento de algunos pasajes –baste citar, por ejemplo, la colorida escena de la carrera de caballos a la que precede un momento del metraje especialmente oscuro en forma y contenido.


La mujer invisible, además, se aleja por completo de los excesos dramáticos comunes al biopic al uso y, afortunadamente, tampoco se rinde al ejercicio de autocomplacencia al que gustosamente se someten no pocos films de época, especialmente los ambientados en la era victoriana. De hecho, el segundo largometraje de Fiennes hace gala de una sabia contención en la que, en las justas dosis y de manera brillante, se combinan austeridad e intimismo, lográndose escenas tan bellas -a pesar del dolor que desprenden- como la del accidente ferroviario o la del malogrado parto.

Por otra parte, un film consagrado a la vida y obra del gran autor británico no podía dejar de hacer alusión al teatro en cuanto a medio de expresión artística. En La mujer invisible, sin embargo, ello no constituye un lastre para el film –como sí pasara en Coriolanus, la opera prima de Fiennes como director-, sino que, por el contrario, resulta ser un homenaje totalmente cinematográfico a esa fecunda y milenaria rama de las artes escénicas.

Cabría destacar, finalmente, la presencia de un excelente reparto en el que destacan Ralph Fiennes –genial en su recreación del literato inglés-, una increíble Felicity Jones –capaz de resistir con maestría consumada numerosos primeros planos- y la siempre eficiente Kristin Scott Thomas, cuya presencia en el film se antoja, además, como un guiño a la otrora laureada El paciente inglés, de la que fuera protagonista absoluta junto al propio Fiennes.

A La mujer invisible tan sólo podrían achacársele un ritmo quizá demasiado lento en algunos de sus pasajes y una cierta previsibilidad en su desarrollo. Auténtica peccata minuta, en definitiva, para un film que se constituye como un verdadero tributo a Dickens y a aquellos que formaron parte importante de su intensa vida.


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