31 de mayo de 2013

El Investigador Cultural propone hoy a...Art & Museum Gestión museística y cultural





Dedicamos hoy nuestro espacio del Investigador Cultural a Art & Museum Gestión museística y cultural, una empresa constituida por tres compañeras de un máster impartido por la UMA y provenientes de campos distintos pero tan conectados como las Bellas Artes, Historia del Arte, Conservación de obras de arte, Diseño de proyectos de decoración y Diseño gráfico.

Premiada con el Spin Off 2010 (Universidad de Málaga), esta empresa cultural ofrece diferentes servicios especializados, como la conservación de fondos artísticos, diseño de exposiciones y programación de diversas actividades culturales y educativas –que abarcan diferentes edades y tienen como fin incidir en la valoración y difusión del patrimonio museístico y reivindicar el importante papel que juega el arte en nuestra sociedad.


Os animamos a que echéis una ojeada a su espacio Qué hacemos donde se detallan pormenorizadamente esos servicios, y al apartado Proyectos en el se recoge una selección de las actividades hasta ahora llevadas a cabo por esta joven e inquieta empresa cultural.

Habría que destacar, finalmente, que Art & Museum Gestión museística y cultural cuenta con las imprescindibles herramientas Web 2.0 para poder difundir su trabajo, estando presente en:
Animándoos, como siempre, a perderos por los enlaces proporcionados, os deseamos un feliz fin de semana cultural y artístico.

28 de mayo de 2013

Visitando el museo desde el sofá de casa



Parecía imposible hace unos años que un museo pudiera tener un perfil –o más de uno- en las redes sociales. En el último lustro, sin embargo, la actitud un tanto elitista, altiva incluso, que algunos responsables museísticos tenían con respecto a un público anónimo, parece haber quedado arrinconada y ya son muchos los centros expositivos que interactúan con unos usuarios que no sólo tienen nombre, apellidos y rostro, sino capacidad de opinar e intercambiar ideas. Hablamos, claro está, de los prosumidores, un rol que, inmigrantes o nativos digitales, desempeñamos en mayor o menor medida.

La voluntad de los museos por estar presentes en la Web 2.0 está, además, intrínsecamente ligada al deseo de aprovechar las infinitas posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías – desde el desarrollo de apps exclusivas y programas de realidad aumentada hasta las novísimas impresoras 3D, pasando por las más modernas pantallas LED.

De la combinación de esa apuesta fuerte por estar al día en cuanto aplicaciones tecnológicas y la voluntad de valorar las opiniones de los usuarios, vía redes sociales, surgió hace un tiempo la idea del museo virtual, un espacio interactivo donde aquellos usuarios que no pudieran desplazarse –ya fuera por distancia, falta de tiempo y/o dinero- pudieran disfrutar de parte de la colección albergada en el espacio físico del centro expositivo.

Así, y más allá del universo SecondLife –en el que ya han hecho incursión algunos museos-, muchas líneas museísticas abogan por acercar el centro expositivo, vía internet, al usuario. No obstante, y como nos hallamos aún en plena efervescencia tecnológica, no existe un modelo único en el diseño de visitas museísticas virtuales, por lo que citaremos tres ejemplos diferentes pero con un mismo objetivo, hacer posible que el usuario acceda -cómodamente sentado en el sofá de su casa- al fondo y colecciones de su/s museo/s favorito/s.

El primer ejemplo sería el de el Museo del Prado, que cuenta con una visita online que permite a los usuarios de su web navegar por parte de sus obras, de las que facilita profusa información, además de su ubicación exacta en sala para que, de decidirse a acceder al museo, el futuro visitante sepa exactamente dónde ir para admirar su pieza preferida. Sin embargo, y aunque los enlaces facilitados por el museo madrileño son sumamente instructivos y atractivos, se echa en falta que no se haya apostado por un diseño mucho más inmersivo que permita al usuario sentirse, verdaderamente, como un visitante real.



Mucho más virtual, aunque con un fondo notablemente más pobre, resulta el recorrido online diseñado por el Hertford Museum -un museo británico especializado en historia local-, que permite al usuario, mediante el uso de la realidad aumentada, no sólo conocer en detalle todas las salas del espacio expositivo, sino poder acceder, con un click de ratón, a la información relativa de parte de los objetos que allí se exhiben.


Finalmente, cabría destacar un museo netamente virtual, el Leonardo Da Vinci, obra de E-Simple, un estudio italiano que, volcado en la innovación tecnológica y la experimentación en 3D, exhibe este experimento como su mejor carta de presentación; un experimento que si bien puede resultar un tanto pobre en contenido, permite vislumbrar posibilidades infinitas.

Es muy probable que los centros expositivos del futuro reúnan las mejores virtudes de estos tres modelos de museos en línea, aunque con una mayor perfección técnica y con una, también, mayor apuesta por la realidad aumentada. Si todo ello desvirtúa el papel del museo en cuanto a espacio físico en el que cultura y educación se dan la mano, es algo que, por ahora, resulta impredecible, aunque da pie a un muy estimulante debate.


24 de mayo de 2013

El Investigador Cultural propone hoy a...El Enclave





Este viernes dedicamos nuestra atención a la academia de arte El Enclave, un territorio artístico enmarcado dentro del espacio urbano, tal y como figura en la carta de presentación de su website.

Situada en pleno centro de Madrid, la academia diseña e imparte diferentes cursos de dibujo y pintura dirigidos a un amplio público, adulto y menor.

La metodología de El Enclave radica en incentivar la creatividad de sus alumnos de una forma individualizada, pero sin olvidar el importante papel que la técnica juega en cualquier disciplina artística.

Entre los apartados de su web, destacamos, por su especial interés, la sección Galería, donde se exponen las obras de los alumnos divididas en las siguientes categorías:

En cuanto a su espacio físico, cabe destacar que la academia está dividida en dos plantas y diferentes salas dedicadas al dibujo, la pintura y a la exposición de las obras de los alumnos y de artistas varios. Además, El Enclave también dispone de una biblioteca, especializada en Bellas Artes, y de un área de descanso.

Como siempre, no podemos dejar de mencionar las redes sociales, tan importantes en cualquier proyecto cultural y artístico. Así, El Enclave está presente en Facebook y Twitter y cuenta, además, con un interesante blog, que, junto a los enlaces citados y la web de la entidad, os animamos a que visitéis.

¡Os deseamos un feliz fin de semana lo más cultural posible!


21 de mayo de 2013

Tras los pasos de Olympe de Gouges




Tras el éxito de público y crítica de Kiki de Montparnasse – la novela gráfica dedicada a la que fuera musa de los más prominentes artistas del París de los años 20 -, la ilustradora Catel Muller y el escritor, periodista y crítico literario José Louis Bocquet han vuelto a aunar fuerzas y talentos para recuperar de las garras del olvido a otra mujer notablemente singular.

Olympe de Gouges se convierte así en un sentido tributo a quien se considera una de las primeras feministas de la historia -Marie Gouze- y en una magnífica oportunidad para sumergirse en uno de los más fascinantes y decisivos períodos históricos de la humanidad, el tránsito hacia la Revolución Francesa y sus inmediatas consecuencias.

Hija ilegítima de Jean-Jacques Lefranc de Pompignan -escritor y antiguo miembro de la prestigiosa Académie Française-  Marie Gouze vino al mundo en la localidad de Montauban un 7 de mayo de 1748. Ocho lustros más tarde, un 3 de noviembre de 1793, y en una París sumida en el período de La Terreur, Gouze moría decapitada.

Aún breve, la vida de la heroína francesa fue más que intensa y sufrió un cambio radical cuando a los 18 años, viuda y con un hijo de corta edad, Gouze decidió mantener su estado civil –lo que suponía una ruptura con las pautas sociales establecidas- e instalarse de forma permanente en la capital francesa, donde, poco después, adoptaría el nombre con el que hoy se la recuerda, Olympe de Gouges.

Convertida en escritora una vez perfeccionado su francés –su lengua materna era el occitano-, De Gouges se volcó, a través de su afilada pluma, en las dos causas que habría de defender apasionadamente hasta el final de sus días, la abolición de la esclavitud y la equiparación de los derechos de las mujeres con los de los hombres.

Una pasión similar es la que, sin duda, ha empujado a Catel y Bocquet a emplearse a fondo con un exhaustivo trabajo de documentación previo a la confección de esta voluminosa novela gráfica que, por sus numerosos méritos, se devora con fruición desde las primeras viñetas.

Además, la investigación histórica y biográfica llevada a cabo por el tándem galo convierte a Olympe de Gouges en una de esas obras que, una vez terminadas, gusta repasar de vez en cuando para perderse no sólo en el momento que cambió el curso de la Historia, sino también en los episodios que marcaron el devenir de la malograda escritora, como el proceso creativo que tuvo como resultado su primera y más conocida obra - Zamore et Mirza, ou l'heureux naufrage-, sus encuentros y desencuentros con diversos y destacados personajes –Jean Jacques Rousseau o Benjamin Franklin-, o los momentos previos que la condujeron a su desdichado final.

La obra de Catel y Bocquet cuenta, por otra parte, con un suculento apéndice del que forman parte una exhaustiva cronología histórica, las biografías de los principales personajes que pululan por sus viñetas y una cuidada bibliografía.

Mención aparte merece el buen pulso narrativo que articula toda la obra y la bella composición de unas viñetas con dibujo de estilizado trazo, gran realismo, riguroso blanco y negro y, único defecto, un cierto horror vacui al introducir demasiados detalles y demasiados personajes que, a veces, resulta difícil ubicar y obligan a regresar a capítulos anteriores para dar con su identidad. Este exceso, perdonable dado el resultado final, no merma la valía de una obra que más de un profesor de historia podría recomendar a sus alumnos.


17 de mayo de 2013

El Investigador Cultural propone hoy a...Los Once, una novela gráfica




Siguiendo nuestra declaración de principios planteada al inicio de esta sección, esta semana queremos prestar atención a un interesante proyecto artístico, Los Once: como un cuento sin hadas.

Basada en hechos reales, esta novela gráfica describe la toma del Palacio de Justicia de Bogotá (Colombia) en 1985 por parte del grupo de guerrilleros Movimiento 19 de abril.

Para narrar estos hechos que conmovieron a todo un país, los ilustradores Andrés Cruz, José Luis Jiménez y Miguel Jiménez se valen de un grupo de personajes, todos ellos caracterizados como ratones -lo que recuerda poderosamente a la magnífica Maus-, que en un corto período de tiempo, 28 horas, han de luchar por sobrevivir a toda una serie de momentos catastróficos que se concatenan hasta alcanzar un terrible final, la destrucción del Palacio de Justicia.

Para ir abriendo boca, aquí tenéis una entrevista realizada a uno de sus autores, José Luís Jiménez.


Jiménez, junto a los otros ilustradores de Los Once, constituyó la empresa artística y creativa Sharpball, cuyo objetivo principal es el emprendizaje artístico y cultural y, como se anuncia en su Facebook, “fabrica conceptos creativos e innovadores para múltiples plataformas”.

Fruto de ese principio, Los Once se constituye como una obra totalmente innovadora, financiada en gran parte gracias al crowfunding y presentada como una app para móviles.

Además, la primera parte de este cómic será lanzada de forma gratuita  mientras que el resto de la obra podrá ser adquirida previo pago.

Para conocer más detalles, os emplazamos a que visitéis sus páginas de Facebook y Twitter.

Os dejamos con el tráiler promocional y, como siempre, os deseamos un fin de semana repleto de arte y cultura.



14 de mayo de 2013

Llama a la comadrona. Retrato de una Londres dickesiana





Hasta ahora, y a diferencia de otras profesiones, la figura de la comadrona no había hallado en el medio escrito ni en el audiovisual el reconocimiento que se merecía. Espoleada por este injusto tratamiento, Jennifer Worth, enfermera retirada tras veinte años dedicados a la profesión, se entregó a la redacción de la trilogía literaria que se ha convertido en todo un fenómeno editorial.

La primera parte de esa trilogía, ¡Llama a la comadrona!, ha llegado a España precedida por el éxito de su adaptación televisiva, sorprendentemente adquirida por el canal líder en emisiones indigestas.

Narrada en primera persona, ¡Llama a la comadrona! relata las experiencias de una joven Jennifer Worth (entonces Jennifer Lee) que, impulsada por un desengaño amoroso, decide formarse como enfermera. Finalizados sus estudios, y con el fin de ponerlos en práctica, ingresa como comadrona en el convento londinense de San Ramón Nonato, toda un referencia en el campo de la obstetricia y que entonces brindaba a sus alumnas la especialización que no otorgaban los hospitales.

Situado en el barrio portuario de East End, una de las zonas más paupérrimas de la capital británica durante los años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial, el convento dedicado al santo catalán contribuyó de manera decidida y exitosa a la profesionalización de las comadronas en el Reino Unido.

Esa formación adquirida en el convento no sólo convirtió a Worth en una experimentadísima comadrona, sino que le brindó la oportunidad de ser testigo de numerosas historias, dramáticas, tristes y sorprendentes, que, cual semillas, germinarían años más tarde en su obra literaria. Una trilogía enmarcada en aquel escenario paupérrimo y escenificada en una época no demasiado lejana, aunque con ingredientes netamente dickesianos.

De hecho, el East End que conoció Worth en sus años de juventud estaba repleto de edificios inhabitables por los bombardeos -pero todavía en pie- , contaba con un índice demográfico altísimo -que se traducía en un insalubre hacinamiento en los llamados patios de vecindad, hoy desaparecidos-,  y fue testigo de innumerables infancias robadas y, sobre todo, de miseria, una miseria indignante.

Sin rendirse al tono más melodramático que estos ingredientes pudieran imprimir a su relato, Worth apuesta por un estilo ágil, contenido, entrañable y nostálgico que hila perfectamente los momentos más dramáticos con aquellos otros que hacen aflorar una sonrisa, cuando no una carcajada, en el rostro del lector. Esta sabia combinación agridulce posiblemente de deba a las esperanzas que entonces se vislumbraban a través de los balbuceantes pasos del llamado estado del bienestar, artífice de que, en aquellos momentos tan difíciles, las mujeres británicas pudieran contar con atención domiciliaria cualificada durante el parto y recibir las prescriptivas visitas ginecológicas preliminares al alumbramiento.

También cabría destacar lo acertado que resulta el retrato que Worth hace de algunos de sus personajes –como el de la española Conchita Warren o el de la monja Monica Joan-, y de su propia evolución, profesional y personal, a lo largo de su obra. Sin embargo, ese calado psicológico con el que están dotados algunos de sus protagonistas no alcanza a sus compañeras de profesión –a excepción de Chummy- que se muestran como personajes sumamente desdibujados. Ello no menoscaba, sin embargo, el conjunto de una obra que se constituye como un valioso testimonio de toda una época y un auténtico tributo a una profesión tan importante como poco valorada.


10 de mayo de 2013

El Investigador Cultural propone hoy a...Ártica Centro Cultural





Este viernes El investigador Cultural quiere prestar su atención a Ártica, un centro cultural que, nacido enteramente digital, ofrece diferentes servicios de formación, consultoría y asesoramiento a emprendedores culturales, museos, fundaciones de arte y centros educativos y culturales en Iberoamérica.

De hecho, el principal objetivo de este centro cultural 2.0 radica en poder llevar a cabo proyectos artístico-culturales valiéndose de las nuevas tecnologías y, por supuesto, de las redes sociales. Así, y tal y como se desprende de su apartado objetivos, la misión de Ártica consiste en prestar ayuda a los diferentes productores digitales para que creen una auténtica cultura digital.

Los servicios ofrecidos por Ártica Centro Cultural se dividen en las siguientes e interesantes secciones:
Por supuesto y tratándose de un centro cultural 2.0, Ártica está presente en las principales redes sociales y dispone de herramientas de sindicación de la Web 2.0:
Como siempre, os animamos a que echéis una ojeada a los enlaces citados e igualmente, y como siempre, os deseamos un feliz fin de semana repleto de arte y cultura.


7 de mayo de 2013

La caza. Un film incómodo




En 1998, en plena efervescencia del otrora polémico cine Dogma, Thomas Vinterberg alcanzó la fama y el reconocimiento internacional gracias a la dura Festen, en cuyo rodaje le fue presentada la idea, basada en hechos reales, que ha acabado germinando, muchos años después, en La Caza.

Ambientada en un idílico pueblo habitado por una comunidad en la que todo el mundo se conoce y, aparentemente, se aprecia y estima, el último film del cineasta danés describe el descenso al averno de un maestro infantil acusado de abusos sexuales por parte de una niña de corta edad, hija de su mejor amigo desde la infancia.

Lejos de avivar el interés del espectador mediante pistas falsas –tal y como suele acontecer con films de parecida temática-, Vinterberg opta por mostrar sin atisbo de duda, desde el inicio y durante todo el metraje, la inocencia de su protagonista y recalcar la naturaleza de una ingenua mentira, fruto de la gran imaginación de una menor, avivada por el despecho y las conversaciones de carácter sexual de las que, de forma azarosa, es testigo.

Vinterberg, además, aprovecha la trama principal de su film para ahondar en los paralelismos existentes entre la caza –en la más tradicional acepción del término- y la persecución a la que es sometido su principal protagonista. Dos actividades que, si bien intrínsecamente similares –por cuanto persiguen la destrucción de una presa-, no están exentas de diferencias de forma y fondo. De hecho, se detecta una mayor caridad por parte del cazador que, precisa y fríamente, liquida a su víctima, que en esa comunidad que, sin pruebas ni juicio, estigmatiza, humilla y excluye a uno de sus más valorados miembros.

Esa nula empatía que la comunidad –a excepción de unos pocos miembros- siente por el protagonista del film se plasma magníficamente en la poderosa escena de la misa de Nochebuena. Una escena que por sí sola sustenta la tesis, apuntada por algún crítico, según la cual el film de Vinterberg es, ni más ni menos, una clara invocación al auténtico sentido de la caridad cristiana.

Ahondando en esa línea, también cabría destacar la escena en la que Thomas Bo Larsen –el actor fetiche del director danés- afirma que en el mundo hay mucha maldad, sin explicitar a qué se refiere, si a la siempre deleznable pederastia o al comportamiento irracional de una comunidad hipócrita que, creyéndose amenazada, se deja arrastrar por los más viles y rastreros sentimientos.

Con semejante contenido dramático, el film de Vinterberg bien pudiera haberse inscrito en el género folletinesco del telefilm de sobremesa. Por el contrario, el director danés, secundado por la fantástica fotografía de Charlotte Bruus Christensen y las increíbles y contenidas interpretaciones de sus actores, logra un film bello, de factura fría y con momentos tan intensos y poéticos como exentos de escenas imbuidas por el espíritu del más desaforado drama; así, y como ejemplo de ese savoir faire del cineasta danés, cabría destacar el momento en el que el protagonista, bajo una copiosa lluvia, entierra el cadáver de su perro en el hoyo que él mismo ha cavado.


En definitiva, y aún molesto e incómodo por el leiv motiv que articula su trama, La Caza es una muestra más del buen cine facturado en el norte de Europa y un sano ejercicio de reflexión sobre las diferentes reacciones que puede suscitar la sospecha de un delito execrable. 


3 de mayo de 2013

El Investigador Cultural propone hoy a...La Tahona Cultural






Hace ya algún tiempo, dedicamos una noticia a Verkami, una innovadora empresa familiar que ha logrado hacer realidad numerosos proyectos culturales y artísticos mediante las donaciones de pequeños mecenas.

Hoy queremos centrar nuestra atención en otro ejemplo de portal dedicado al micromecenazgo, La Tahona Cultural, una plataforma online que pone en contacto a creadores, promotores o gestores culturales con pequeños mecenas especialmente sensibilizados con la cultura.

Así, y bajo el lema La Tahona Cultural es el punto de encuentro entre creadores y mecenas, esta loable iniciativa ha logrado hacer realidad proyectos de gran interés. 

Además, y para una mayor agilidad en su funcionamiento y una mejor utilización por parte de sus usuarios, La Tahona Cultural divide la financiación de sus proyectos en diferentes categorías:
Respecto a su presencia en las redes sociales, La Tahona Cultural, como no podría ser menos en una plataforma de sus características, se vale de diferentes herramientas del Web 2.0 para promocionar y dar a conocer los diferentes proyectos culturales en los que está involucrada. Su presencia en las redes sociales se estructura mediante:


Como siempre, os animamos a que echéis una ojeada a todos estos enlaces, prestando especial atención a la formulación de los proyectos sufragados a base de pequeñas donaciones y no poca ilusión, lo que convierte a esta iniciativa cultural en un rayo de esperanza en estos tiempos tan adversos para la cultura.

¡Qué disfrutéis de un magnífico y cultural fin de semana!




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