30 de enero de 2015

El Investigador Cultural propone hoy a...Hypatia Culture Management




El Investigador Cultural de esta semana presta su atención a Hypatia Culture Management, una muy interesante iniciativa cultural que se vale del uso de las nuevas tecnologías para ofrecer sus servicios a profesionales del sector de la cultura.

Constituida como empresa cultural, Hypatia Culture Management está integrada por un equipo profesional proveniente de diferentes ámbitos -como el audiovisual, el tecnológico, la comunicación, las artes escénicas y la gestión cultural- y su principal objetivo radica en la creación de proyectos innovadores que incluyan el uso de las nuevas tecnologías y servicios de asesoramiento a artistas, espacios y marcas, especialmente del ámbito de las artes escénicas.

Esos diferentes servicios servidos a sus clientes se agrupan en los siguientes apartados:

  • Hypatia Culture. Asesoramiento y acompañamiento en la creación de proyectos culturales y/o sociales, lo que incluye producción escénica, producciones audiovisuales y musicales, festivales, congresos y eventos, gestión de espacios y gestión de proyectos culturales y sociales.
  • Hypatia Digital. Desarrollo de aplicaciones móviles para dispositivos y plataformas; mejora de la interfaces, etc. para dar una mayor visibilidad a los servicios y productos ofrecidos por los clientes.
  • Hypatia Media. Difusión a través de plataformas web, redes sociales y de los medios tradicionales (organización de ruedas de prensa,...). 
  • Hypatia social. Apoyo en los medios más tradicionales en combinación con los de más rabiosa actualidad para llegar a todos los segmentos del público. Ello incluye la creación de tarjetas promocionales, flyers o carteles con un sello propio e inconfundible.
  • Hypatia Visual. Se trata de una productora audiovisual especializada en, como sus propios creadores la definen, ofrecer propuestas innovadoras y contenidos atractivos para revolucionar el producto de sus clientes.

Como no podía ser menos en una iniciativa cultural de estas características, Hypatia Culture Management está muy presente en el Web 2.0 a través de sus activos perfiles en las principales redes sociales:


Animándoos, como siempre, a consultar los enlaces proporcionados, os deseamos un muy feliz fin de semana repleto de arte y cultura.



27 de enero de 2015

Cuadernos rusos. Un demoledor cómic denuncia




Poco antes de que Mikhail Gorbachov firmara en 1991 el documento en el que se decretaba la disolución de la URSS, Chechenia, jurisdicción autónoma que conformaba una de las repúblicas de aquella unión –la República Autónoma Socialista Soviética de Chechenia-Ingusetia- proclamó su independencia sin que el tambaleante estado socialista opusiera objeciones. Poco después, Rusia, heredera natural de la ya entonces extinta unión de repúblicas socialistas, decidió por motivos varios –entre los que pesaban su propia inestabilidad económica y el hecho de que Chechenia fuera una región rica en petróleo- invadir el nuevo país, dando así inicio a uno de los conflictos más cruentos y sangrientos del pasado siglo.

Olvidada casi por completo, aquella espantosa contienda bélica librada en dos etapas –de 1994 a 1996 bajo la batuta de Boris Yeltsin y de 1999 a 2009 al mando de Vladimir Putin- no sólo se cobró la vida de miles de personas, sino que, con los numerosos y variados actos de salvajismo atroz cometidos por ambos bandos combatientes, mostró, una vez más, a lo que puede llegar a ser capaz el ser humano cuando actúa movido por esa siempre aberrante combinación entre el odio más acerado y la  ignorancia más descorazonadora.

En un muy personal intento de hacer justicia a las víctimas de aquella guerra, Igort, reconocido historietista italiano de ascendencia rusa, se instaló durante una temporada en la tierra de sus ancestros para -después de llevar a cabo un loable esfuerzo de investigación casi periodística, que le llevaría a entrevistarse con decenas de personas- exponer los hechos que convirtieron la región del Cáucaso en un infierno dantesco durante casi dos décadas.

No obstante, y si bien Cuadernos rusos se nutre de las historias narradas por aquellas personas que vivieron muy de cerca el conflicto del Cáucaso, su trama se articula en torno a  Anna Politkóvskaya, una valiente periodista que no dudó en arriesgar y perder su vida en su afán por hacerse eco del indescriptible dolor de las víctimas de aquella guerra. Su vida y vil asesinato –en el ascensor de su inmueble- servirán a Igort no sólo para exponer las atrocidades cometidas en suelo checheno, sino para poner de relieve el miedo e indiferencia en el que se halla sumida la sociedad rusa ante un estado que sus máximos detractores no dudan en tachar de democradura.

Entre los destacados aciertos que hacen de Cuadernos rusos una lectura obligada destacan, sin duda, la acertada opción de Igort de huir de sentimentalismos y sensiblerías, su exquisita combinación de viñetas, textos escritos e ilustraciones varias, la inclusión de las entrevistas con diversos testimonios -que son recreados con gran detalle, lo que acerca esta obra al género documental- y, sobre todo, un cuidado dibujo de trazos realistas, aunque con algunas reminiscencias piccasianas –destacando especialmente la viñeta que recuerda poderosamente a la más famosa obra del pintor malagueño, Guernica- y una paleta de colores desvaídos, apagados, que, combinados con rojos y granates, sirven para plasmar, con gran impacto visual, las escenas más cruentas de abusos, torturas y asesinatos.

Resulta muy interesante, por otra parte, cuando no pernicioso o, según se mire, revelador –por la lectura que de ello podría extraerse teniendo presente el contexto político europeo actual- la conexión que Igort establece entre la guerra de Chechenia y algunos episodios, tan bárbaros y salvajes como poco conocidos –o, al menos, no tan explotados cinematográficamente como la barbarie del nazismo-, acaecidos en la extinta Unión Soviética durante la década de los años 30, en plena era stalinista.

Aun con algunos desaciertos –como una cierta dispersión desde el punto de vista narrativo-, Cuadernos rusos se constituye, en definitiva, como una crítica demoledora y contundente y, por ende, una obra más que interesante para aproximarse a hechos que, no tan lejanos ni temporal ni espacialmente, resultan fundamentales para comprender la realidad europea del siglo XXI.



23 de enero de 2015

El Investigador Cultural propone hoy a...Moenia




El Investigador Cultural centra este viernes su atención en Moenia, un muy interesante proyecto cultural y artístico llevado a cabo por un equipo de profesionales - Claudia González y Elena Mateo- y diferentes colaboradores –cuyos nombres aparecen listados en su web, en el apartado “Amigos y Colaboradores”.

Tal y como sus creadores la definen, Moenia es una plataforma de mediación y gestión que lleva a cabo acciones artísticas y culturales enfocadas a la innovación social, para lo que cuenta con el apoyo de diferentes socios, como Muak, Dinamina y DDO

Para llevar a cabo la consecución de sus objetivos, Moenia articula sus líneas de actuación a través de tres ejes:
1. El “co”. Colaborar, co-crear, compartir 
2. Disfruta del camino. Visibilización de los procesos de trabajo 
3. Como tú no hay dos. Especificidad y adaptación a contextos concretos 
Siguiendo esos ejes, Moenia trabaja en dos ámbitos: Proyectos de impacto social y Proyectos relacionados con la creatividad y el arte contemporáneo, ofreciendo los siguientes servicios:

  • Gestión y mediación cultural
  • Publicaciones culturales
  • Talleres 
  • Contenidos Digitales culturales
  • Comisariado y coordinación de exposciones
  • Eventos culturales
Todos los proyectos culturales que Moenia ha realizado hasta la fecha –y que citamos a continuación- pueden consultarse en su sección “Portfolio”:

  • El mundo es ancho y ajeno
  • Paisaje Tetuán
  • ¿Y tú de quién eres?
  • RACT
  • Openhouse
  • Arranques 2013 ¿Qué será?
  • Imagen (con)texto
Como toda iniciativa nacida en la era del Web 2.0, Moenia está, por supuesto, muy presente en las redes sociales a través de diversos perfiles:

Flickr  

Animándoos, como cada viernes, a consultar los enlaces proporcionados, os deseamos un muy feliz fin de semana repleto de cultura.



20 de enero de 2015

El jilguero. Un clásico del siglo XXI



Con tan sólo una obra publicada, El secreto, la escritora estadounidense Donna Tartt logró granjearse en 1992 el aplauso, prácticamente unánime, de público y crítica. A pesar de aquel éxito, sin embargo, habría de transcurrir toda una década hasta que los estantes de las librerías expusieran su segunda obra, Juego de niños, un trabajo igualmente bien recibido, aun con algunos detractores entre los críticos literarios.

Cuando parecía que Tartt iba a saltarse su costumbre de publicar una obra cada dos lustros o, peor aún, abandonar su corta pero valiosísima carrera, en 2013 –once años después de su último trabajo- se editó su tercera novela, El jilguero, una obra monumental que el año pasado se hizo con el prestigiosísimo premio Pulitzer y que confirma a Tartt como una de las plumas más excelsas de la literatura norteamericana e internacional.

Narrada en primera persona, El jilguero arranca su acción en la habitación de un hotel de Ámsterdam en un presente tan impreciso como cercano. Aterrado ante un futuro incierto, Theo Decker empezará a relatar al lector su azarosa vida, una existencia marcada por un sino funesto desde que sobreviviera a un ataque terrorista en el Museo Metropolitano de Nueva York, donde moriría su madre y en el que, en una sala reducida a escombros, robaría, a instancias de un anciano moribundo, el famoso cuadro que el pintor holandés Carel Fabritius realizara en 1654, El jilguero.

Huérfano de madre y abandonado tiempo ha por un padre alcohólico, Theo llevará a partir de entonces una vida marcada por el dolor, la soledad, las adicciones y, sobre todo y origen de todo ello, un insondable y arrollador sentimiento de culpa.

Lejos de adscribirse al género más melodramático a pesar de esa línea argumental, la última novela de Tartt tiene un muy difícil encaje con cualquier género literario, especialmente porque su concepción y desarrollo –aun partiendo de la más clásica estructura lineal narrativa- la convierten en una rara avis, poseedora de innumerables aciertos y carente de defecto alguno, lo que nos lleva a afirmar, sin dudarlo ni por un segundo, a que nos hallamos ante una de las mejores novelas de las últimas décadas.

El jilguero contiene, de hecho, todas las cualidades que hacen que una obra literaria pueda considerarse como un clásico, un trabajo que, resistente al paso inexorable del tiempo, puede  continuar siendo comprensible para las futuras generaciones de lectores más allá del momento histórico en el que fuera escrito -en este caso, con la presencia de las nuevas tecnologías de principio a fin, un presente rabiosamente moderno.

Entre esas cualidades destaca, por supuesto, la rica, cuidada y elegante prosa de Tartt, el tono pausado, que no lento, que articula todo el relato y, sobre todo, su magnífica construcción de personajes y su evolución en el tiempo.

Por otra parte, y si bien muchos críticos han comparado la última obra de Tartt con la literatura dickesiana –por el enorme papel concedido al azar y por contar con un huérfano que recuerda en muchos pasajes a Olivier Twist-, El jilguero se halla más próximo a la literatura rusa del siglo XIX, especialmente de dos grandes clásicos del escritor Fiódor Dostoyevski, El idiota –obra, de hecho, muy citada por Tartt en diversos pasajes de su novela y cuyo principal protagonista, el príncipe Mishkin, poseedor de una bondad sin límites, le inspira la construcción de uno de sus principales personajes- y, sobre todo, Crimen y castigo –por su disección y exposición del sentimiento de culpa y la posibilidad, a pesar de todo, de hallar la redención.

Profunda reflexión sobre la vida, la amistad y el arte –y, como gestoras culturales, no podemos dejar de aplaudir el alegato de Tartt sobre la necesidad de que los bienes culturales sean accesibles a todo el mundo-, El jilguero es una obra que se paladea con auténtica delectación y que, al llegar a sus últimas páginas, ofrece al lector la certeza absoluta de que, como todo clásico literario, volverá a degustarla con auténtica y verdadera fruición. 



16 de enero de 2015

El Investigador Cultural propone hoy a...Whyonwhite


El Investigador Cultural de esta semana presta su atención a un, como siempre, muy interesante proyecto cultural, Whyonwhite.

Creado por el community manager y gestor cultural Julio Muncio, Whyonwhite se constituye como un blog especializado en el apasionante mundo del arte contemporáneo chino.

En pos de sus objetivos, centrados en acercar al público la cultura y últimas tendencias artísticas del milenario país asiático, el blog de Whyonwhite se estructura en cuatro apartados:

  • China. Espacio íntegramente volcado en China y centrado no sólo en la producción artística allí producida, sino en su cinematografía y literatura.
  • Sobre Julio Muncio. Lugar donde, mediante una entrevista realizada por Dailo Alli,  se da a conocer al autor del blog
  • Entrevistas. Espacio dedicado a entrevistas a profesionales del mundo del arte, como, por ejemplo, Susana Sanz o Barbara Bacconi –a cuyo proyecto, por cierto, ya dedicáramos uno de nuestros Investigadores Culturales.
El blog de Whyonwhite, además, incluye en su página principal numerosas etiquetas cuyo contenido no podría resultar más interesante:

Arte 
Artistas
  
Como no podía ser menos, Whyonwhite está muy presente en el Web 2.0 a través de sus perfiles en las principales redes sociales:

Animándoos, como siempre, a que echéis un vistazo a los enlaces proporcionados, os deseamos un film de semana repleto de arte y cultura. 



13 de enero de 2015

El Hobbit. La batalla de los cinco ejércitos. Un muy irregular punto y final



Tras larga espera, hace escasas semanas llegaba por fin a la cartelera española El Hobbit. La batalla de los cinco ejércitos, la última entrega de la trilogía de Peter Jackson inspirada en el cuento que, escrito por J.R.R. Tolkien en 1937, diera pie, años más tarde, a El señor de los anillos, obra cumbre del novelista británico cuya traslación a la gran pantalla encumbraría a la fama al cineasta neozelandés.

Cuando, tras el éxito de aquella aclamada adaptación, Jackson anunciara su intención de llevar El hobbit a la gran pantalla mediante tres entregas cinematográficas, muchos fueron los recelos suscitados entre los amantes de la obra de Tolkien, incluso los que habían aplaudido con entusiasmo el trabajo anterior del hoy célebre cineasta. Aquellas reticencias resultaron infundadas en gran parte, pues la primera entrega de la nueva trilogía, aun con licencias creativas, logró captar a la perfección el tono infantil empleado por el escritor británico en aquella primera historia de la Tierra Media y enlazarlo, magistralmente, con la sobriedad y dramatismo que impregnaría su obra posterior y que Jackson tan magníficamente bien sabría plasmar en sus tres largometrajes.

El Hobbit. La desolación de Smaug prosiguió la buena senda iniciada por su predecesora y, como aquella, no sólo hizo gala de un ritmo trepidante y sostenido, un reparto de lujo, excelente factura técnica, y la siempre magnífica banda sonora de Howard Shore -cuyos sublimes acordes eran y son capaces de transportar al espectador a una suerte de grandioso espectáculo operístico-, sino que, además, volvía a introducir, en un mayor número, algunos de los más sombríos elementos que después se desarrollarían en El señor de los anillos.

El Hobbit. La batalla de los cinco ejércitos, si bien contiene todos esos ingredientes, se ve lastrada en demasía por desaciertos varios que acaban convirtiéndola en un muy irregular punto y final a un proyecto cinematográfico sumamente ambicioso.


Entre esos desaciertos destaca el propio inicio, cuya mera concepción y rápido desarrollo plantean la duda de si no hubiera sido mejor unir las tramas de la segunda y tercera entrega en un solo filme, especialmente porque la espantosa pesadilla que parecía que iba a asolar la Ciudad del Lago al final de la segunda parte se diluye a los pocos minutos de iniciado el metraje de la tercera, para, acto seguido, dar paso a la larguísima batalla a la que alude el título y en la que se sustenta todo el film -a pesar de que en la obra original el conflicto bélico se dirimía en pocas páginas.

A ello habría que añadir un excesivo uso de efectos especiales que, aun justificados en muchos pasajes, bordean peligrosamente la más pura estética del videojuego e inciden sobremanera en la ridiculez argumental de algunas escenas, como aquella en la que Legolas –interpretado por un Orlando Bloom de mirada siniestra por obra y gracia de un uso incomprensible de lentes de color- sale indemne de una pelea en la que se enfrenta solo, y sin más ayuda que su arco y flechas, a un fiero contrincante mientras el suelo que pisa va desapareciendo bajo sus pies.

El mayor desacierto de El Hobbit. La batalla de los cinco ejércitos reside, sin embargo, en su tono grandilocuente, rayano en lo pretencioso, y despojado del menor atisbo del humor presente en las dos entregas anteriores, lo que, unido a una duración excesiva, a todo lo reseñado anteriormente y, de nuevo y como ya pasara en el film que la precede, a un abuso injustificado de los efectos sonoros –que enmascaran más que ensalzan la prodigiosa voz de un intérprete contratado, precisamente, por sus portentosas cuerdas vocales, Benedict Cumberbatch-, aleja esta última incursión de Jackson en la Tierra Media de los films a los que sucede, cuyos logradísimos aciertos, aun con licencias creativas y algunos excesos, prometían, en su conjunto, una más que acertada adaptación del que es, sin duda, uno de los libros más leídos y queridos de todos los tiempos.



9 de enero de 2015

El Investigador Cultural propone hoy a...MUSIC'us




Con fuerzas renovadas, regresamos en este 2015 para descubriros, a los largo de sus doce meses, nuevas e interesantes propuestas culturales.

La primera de ellas es MUSIC'us, un proyecto que, centrado en la gestión, promoción y difusión de la música clásica, se erigió como ganador en los Young Creative Entrepreneur Awards otorgados el pasado año.

MUSIC'us, concebida por sus creadores -profesionales de la música clásica- como una plataforma web, tiene como principales objetivos:

Para lograr esos objetivos, la plataforma se estructura en cuatro áreas de trabajo: Directorio de músicos; Formación especializada; Servicios a estudiantes y músicos; y Organización de conciertos.

MUSIC'us cuenta, por otra parte, con el apoyo, colaboración y/o patrocinio de diferentes instituciones y empresas y brinda a cualquiera de sus usuarios –a través de su apartado de Únete- la oportunidad de aportar su granito de arena para fortalecer su interesante y loable proyecto.

Nacida en la era del Web 2.0, esta plataforma se vale, además, del uso de las nuevas tecnologías para promocionar y difundir su proyecto, destacando especialmente sus conciertos interactivos 2.0 -que se emiten vía streaming en la plataforma USTREAM- y sus perfiles en las principales redes sociales:

Vimeo  

Animándoos, como siempre hacemos, a que echéis un vistazo a todos los enlaces proporcionados, os deseamos un fin de semana repleto de cultura y música.



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