Hace poco más de un mes nos preguntábamos sobre la necesidad de filmar un remake de una película tan reciente y tan bien facturada como la primera parte de la trilogía de Millenium, Los hombres que no amaban a las mujeres. Entonces, el visionado del impactante tráiler del film americano y el hecho de que su autoría hubiera recaído en las manos del inquietante y oscuro David Fincher nos hizo albergar algunas esperanzas sobre la valía de esta nueva revisión de la obra del desaparecido Stieg Larsson.
Lamentablemente, tras el pase de los títulos de crédito del film de Fincher (sin duda, uno de los mejores momentos de esta película), esas esperanzas se desvanecen muy rápidamente, poniendo en evidencia que nos hallamos ante un producto con un llamativo y vistoso envoltorio cuyo contenido se revela insulso casi de inmediato, toda vez que es incapaz de hacer justicia ni al film que le precede ni a la novela en la que se inspira.
Para empezar, y si bien es verdad que esta versión mantiene la acción de la historia en Suecia y resulta más fiel que el film sueco (a excepción de una más que discutible resolución final), poco capta de la esencia del libro original, con toda su crítica a la sociedad sueca y su duro discurso sobre las variadas formas de violencia a las que se siguen viendo abocadas las mujeres.
Tampoco aborda Fincher los pasajes más sórdidos de la obra de Larsson como se hubiera esperado de un director con una carrera como la suya; y así, si la primera adaptación cinematográfica de Millenium retrataba las escenas más duras de la obra original con sobriedad y sin caer en lo tremebundo, Fincher prácticamente transita por ellas de puntillas.
En esta versión americana se echa también en falta una mayor interacción entre sus personajes principales, que no comparten plano hasta bien entrado el metraje, para luego, casi inmediatamente, desgranar las claves de un misterio cuya resolución puede plantear alguna que otra duda a los espectadores que no hayan leído el libro.
Sin embargo, donde realmente hace aguas el film de Fincher es en su tratamiento de Lisbeth Salander, el principal personaje sobre el que gira toda la obra larssiana, una joven asocial, frágil pero fuerte, y con un código moral muy sui generis, que aquí queda reducida a un personaje de vestimenta extraña y enamoradizo, al que Rooney Mara no consigue dar aliento ni entidad, presumiblemente más por deficiencias de guión que por carencias interpretativas.
Evidentemente, no todo resulta negativo en el film de Fincher, quien conserva su gran pulso narrativo – aún a pesar de algún momento tedioso – y dota a su obra de una gran excelencia técnica, especialmente su prodigiosa fotografía, capaz de transmitir al espectador la inclemencia del clima sueco; amén de unos secundarios de lujo, cuyas interpretaciones, eso sí, no pueden ocultar la deficiencias de un guión que reduce a sus personajes a meros esbozos.
Una vez más se cumple aquel dicho de nunca segundas partes fueron buenas, y, lamentablemente, Los hombres que no amaban a las mujeres no ha resultado ser el film tenebroso y envolvente que se esperaba de un director como Fincher partiendo de un material tan interesante e inquietante como la obra del desaparecido autor sueco.
Es increíble como con un solo comentario en un periódico pudimos acertar de lleno sobre qué nos esperaría en tu blog: textos que destilan niveles superioridad y egolatría que solo un crítico cultural puede conseguir.
ResponderEliminarUn premio a la coherencia escritora.
No he leído la saga de Millennium, aunque si he visto las películas en ellas inspiradas. Sin embargo, no pienso invertir tiempo en ver otro remake estadounidense de una película europea. No entiendo (y hasta me molesta) esa manía suya de rehacer lo que ya esta hecho y bien.
ResponderEliminarA eso sumo ahora lo que aquí se dice sobre el personaje de Lisbeth Sallander. Si un personaje femenino fascinante, para mí absolutamente fuerte e independiente, como no se suele presentar en el cine (y raras veces en la literatura); alejado de esos roles tópicos de la mujer débil, que busca protección, sensible, etc. Si un personaje así ha sido convertido en una joven enamoradiza, es razón más que suficiente para no dedicar ni un segundo a esa película.
Ví la trilogía sueca y es muy superior a esta película que me parecio lenta.Buena actuación de Daniel Craig.
ResponderEliminarMAR