Ahora que quedan pocas semanas para el estreno mundial de la versión americana de Los hombres que no amaban a las mujeres es un buen momento para recuperar el film sueco en el que se inspira (o copia, eso ya lo veremos) y preguntarse hasta qué punto era necesario filmar un remake de una película brillante y, encima, con tan pocos años de diferencia.
Los hombres que no amaban a las mujeres fue una grata sorpresa para gran parte de los lectores – se cuentan por legiones- que habían devorado con fruición la trilogía de Stieg Larsson. La película, rodada con un ritmo trepidante, pero alejado de los modelos más comerciales del cine de Hollywood, resultó ser, a pesar de algunos cambios, una adaptación fiel de la primera parte de la trilogía escrita por el fallecido autor.
Además, el film también permitió el descubrimiento del enorme talento interpretativo de una actriz como Noomi Rapace, cuyo trabajo hubiera sido, sin duda, premiado con una nominación a los Oscar de haber sido el film rodado en Estados Unidos. De hecho, a los que disfrutamos con el libro y apreciamos el buen trabajo hecho con su traslación a la pantalla grande, se nos hace ya difícil desvincular el rostro de esta actriz sueca de sangre española del inquietante y complejo personaje - Lisbeth Salander - recreado por la pluma de Larsson.
A estos méritos habría que añadir la forma oscura y sinuosa en la que fue rodado el film que, sumado a una inquietante banda sonora, captó a la perfección la propia esencia del libro e hizo posible que un largo metraje no resultara plúmbeo en ningún momento.
Para abordar la versión americana parece que no se ha empezado con mal pie. Su director, David Fincher, ha facturado algunos de los títulos más oscuros e interesantes de los últimos años. Sin embargo, ¿qué necesidad había de volver a adaptar de nuevo la obra de Larsson? Es evidente que la respuesta cabe hallarla en la crisis de creatividad que desde hace años asola a Hollywood- que no al cine independiente –y a esa fijación por adaptar a la realidad americana éxitos del cine europeo (incluso el cine español vio reconvertido un film como Abre los ojos en un inclasificable producto llamado Vanilla Sky).
Mientras esperamos el estreno de la nueva adaptación (es de justos reconocer que el tráiler es sumamente impactante) no podemos dejar de hacernos algunas preguntas: ¿estará la actriz americana a la altura de un personaje como Lisbeth y, sobre todo, de la interpretación de Rapace?, ¿cómo serán abordadas las no muy explícitas, pero sí durísimas, escenas de abuso sexual del original sueco?, ¿cómo se mostrarán los episodios más negros de la historia reciente sueca que tanto el libro como su adaptación fílmica tratan sin pelos en la lengua?, ¿eclipsará Daniel Craig, con su creciente fama, la trama del film?
Nos mantenemos en inquieta espera.
Lo mismo ha sucedido con "déjame entrar" una magnífica película escandinava que en muy poco tiempo ha sido remake-ada en USA. Son exactamente iguales en cuanto a guión, diálogos y desarrollo del film...
ResponderEliminar... Se podría pensar en pagarles con la misma moneda, y fusilarles sus éxitos de Hollywood con copias hechas en Europa, pero no es posible, el público europeo no lo permitiría, porque no somos tontos: una vez visto el original, para qué ver la copia? En sentido inverso sí funciona, por una simple razón, los estadounidenses NO VEN otro cine que no sea el suyo. Y para evitar que se aficionen, se les mastica antes las historias para adecuarlas a su mundo-burbuja. Ved cómo se promociona el cine sueco en TV o los medios, y ved luego cómo lo hacen al llegar la copia USA. Pues eso, en la distribución y la publicidad discriminatoria está el meollo de la cuestión. Manumenorca.
ResponderEliminarSiendo cierto lo de la sequía creativa en Hollywood y la necesidad de pre-digerir ciertas cosas (como la escabrosidad sexual) para el (corrijo: cierto) público estadounidense, la razón principal creo que es ésta: allí, como en la mayoría de países, no se doblan las pelis, y ellos quieren ver cine en inglés y sin leer subtítulos (mientras en otros países aceptan los subtítulos con naturalidad).
ResponderEliminarEsto también tiene mucho que ver con el "tamaño" del idioma: ni suecos ni lituanos se plantearían doblar películas porque es caro y no compensa, pero idiomas como español, inglés, francés o alemán tienen más hablantes (bueno, francés y alemán no tienen tantos, pero son muy chulos ellos...)
Muchas gracias por tu comentario ;-)
EliminarSí, puede que el tema del doblaje también incida, aunque soy más del parecer de que es la falta de buenas historias lo que impele a rodar tantos remakes.
En cuanto al doblaje, no sé si el número de hablantes tiene demasiado que ver. Creo que se trata más de una cuestión cultural. En cualquier caso, poco tiene que ver un film doblado con su original.
Saludos!