14 de noviembre de 2011

Downton Abbey. Exquisitez británica



Cuando los canales privados de televisión empezaron a proliferar, algunos ilusos creyeron que la multiplicación de la oferta redundaría en calidad. Sin embargo, el aumento del número de canales tan sólo ha generado, con notorias y contadas excepciones, zafiedad y una competencia descarnada.

Contados programas y algunos seriales (estos últimos, generalmente, importados) se han convertido en el último reducto para quienes todavía descartan la idea de desterrar la televisión definitivamente de sus vidas. Este grupo y los amantes de la ficción televisiva de calidad tienen motivos para alegrarse con el retorno a la parrilla televisiva, y en prime time, de una serie como Downton Abbey, que allá por donde se ha emitido ha contado no sólo con el éxito de los telespectadores sino con el beneplácito de la crítica (anglosajona y no anglosajona).

El motivo de este éxito salta a la vista desde el primer capítulo. Downton Abbey no sólo presenta una factura impecable sino que cuenta con uno de los mejores guiones escrito en años. Rozando los clichés y retrotrayéndonos en el tiempo (¿quién no recuerda la mítica Arriba y abajo?), las varias historias que conforman la trama de esta serie están repletas de intriga, pasión, algunas gotas de comedia y un gran academicismo histórico, que muestra con rigor ese doloroso cambio de época que supuso la Primera Guerra Mundial.  


Gérard Depardieu comentó una vez que no existían mejores actores que los británicos y, de hecho, es el magnífico plantel de intérpretes desconocidos, capitaneados por la siempre insuperable Maggie Smith, quienes consiguen hacer posible ese perseguido rigor histórico, mostrando a unos personajes que asisten temerosos y sorprendidos a la irrupción del teléfono o la electricidad en la vida cotidiana y que se muestran entre esperanzados y asustados por las nuevas corrientes políticas que amenazan con apuntalar los enormes cimientos que separan las clases sociales (a señalar que es especialmente recomendable escuchar la serie en su inglés original para apreciar todos los matices de acentos entre señores y criados).

La primera parte de Downton Abbey fue una grata sorpresa para escépticos televisivos, una exquisita rara avis cuyo guión bien pudiera haber surgido de la prodigiosa pluma de Henry James, quien por cierto no dudó en nacionalizarse británico dejando atrás su herencia norteamericana. Ahora sólo nos queda esperar que la segunda tanda de episodios esté a la altura de la primera parte. Mucho dudamos de que no sea así.

3 comentaris:

  1. He llegado por casualidad y me gusta tu blog!Habrá que leerlo en profundidad. ¡Enhorabuena!

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  2. (a señalar que es especialmente recomendable escuchar la serie en su inglés original para apreciar todos los matices de acentos entre señores y criados).

    Claro!! como si la mayoría de españoles supiese inglés.
    Incluso me atrevo a decir que el 80% de los que dicen saber inglés no se enterarian de casi nada

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  3. Para eso están los subtítulos, de hecho a mí no me supone verme una serie con el doblaje original y subtitulada, la gente debería darse cuente que es mejor así.

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