26 de junio de 2012

Emili Teixidor. Un reconocimiento imperdonablemente tardío


Fuente y autor: Pòrtic


Las letras catalanas perdían el pasado 19 de junio a uno de sus más representativos exponentes, Emili Teixidor, el escritor de toda una generación de lectores – entre quienes nos incluimos – que crecieron sumergidos en las páginas de sus libros y que hoy no pueden dejar de sentirse un tanto huérfanos.

Férreo defensor de las Humanidades – a las que concedía un papel determinante para cualquier ejercicio de reflexión-, el propio Teixidor fue un auténtico espíritu humanista que, cuando los medios económicos se lo permitieron, cursó estudios de derecho, filosofía, letras, periodismo y magisterio.

Esa formación académica habría de servirle para ejercer como periodista – escribió para numerosos periódicos catalanes e, incluso, para una revista francesa durante su estancia en París – y como docente, fundando en 1958 la Escuela Patmos de Barcelona, de la que fue director hasta 1975 y donde se instaló su capilla ardiente la pasada semana. Sin embargo, polifacético y trabajador incansable, Teixidor también se desempeñó como guionista de radio, cine y televisión y llegó a adaptar dos obras teatrales, aunque es, sin duda, su labor como prosista, a la que dedicó media vida desde que en los años 60 se iniciara como escritor, el campo donde más prolífico ha sido.

Buena parte de la obra de Teixidor ha estado centrada en la novela infantil y juvenil, género prácticamente inexistente hace unas décadas en las letras catalanas. Un vacío literario que el autor catalán achacaba a las duras condiciones impuestas por la Guerra Civil y su posguerra, que obligaron a abandonar los estudios a miles de niños que hubieron de empezar a trabajar a una edad absurdamente temprana. De hecho y en más de una ocasión, medio broma, medio en serio, Teixidor apuntó sentirse más afortunado que su viejo amigo, el gran poeta catalán Miquel Martí i Pol, por haber conseguido estudiar hasta los diez años.

Sin embargo, y a pesar de que su dedicación al género infantil y juvenil le reportó no pocos premios, fue en el año 2003 cuando su labor como escritor logró un reconocimiento enorme y, en opinión de muchos de sus lectores, sumamente tardío. En ese año escribiría su obra más famosa, Pa Negre, una novela con claros tintes autobiográficos y que, escrita para un público adulto, se enmarcaba, como es habitual en gran parte de la obra del autor catalán, en la dura posguerra, alejándose por completo de maniqueísmos y posturas panfletarias.

Esta penúltima - o antepenúltima obra de Teixidor, si atendemos al hecho de que su novela póstuma se hallaba, en palabras de su editora, muy avanzada -  fue merecedora de diversos galardones – entre ellos, el prestigioso Premi Crexells – y llevada al cine por Agustí Villaronga en un film que recibió los parabienes entusiastas de público y crítica y arrasó en la edición de los Goya de 2011.

La labor de Teixidor en pro de la literatura, sin embargo,  no sólo se centró en su trabajo como escritor, sino que en los últimos años se había implicado en diversas campañas para fomentar el hábito lector a una edad temprana. De hecho, tan sólo un día antes de su fallecimiento La Vanguardia publicaba un artículo donde el escritor catalán apuntaba, entre otras cosas, la necesidad de dedicar a la lectura media hora diaria. Sin duda, una recomendación acertada como pocas.


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