Considerado como uno de los coleccionistas más destacados de su tiempo, el historiador y escultor catalán Frederic Marés empleó la mayor parte de su vida en reunir las piezas que hoy componen uno de los legados artísticos e históricos más importantes del Viejo Continente.
Parte de esa importante colección se halla depositada en el Museu Frederic Marès, un espacio museístico singular que abrió sus puertas en el ya lejano 1948. Tan sólo dos años antes, el hacedor de tan importante fondo lo había legado a la Ciudad Condal.
Desde que fuera inaugurado, el museo se halla albergado en el Antic Palau Reial dels Comtes de Barcelona, en pleno barrio gótico; no obstante, dado el enorme volumen del legado del arquitecto catalán –quien, por cierto, tras la cesión de su colección, continuó ampliándola-, muchas de las piezas donadas han ido a parar a otros museos e, incluso, han propiciado la creación de otros espacios, como el Museu del Llibre de Frederic Marès en la Biblioteca de Catalunya.
La colección que hoy puede contemplarse en el Museu Frederic Marès se halla distribuida en cuatro plantas y articulada en torno a dos ejes centrales, escultura y objetos varios facturados, principalmente, durante el siglo XIX. Las obras escultóricas, pertenecientes a diferentes épocas y estilos y entre las que destacan las tallas religiosas policromadas, comparten además espacio con mobiliario, tejidos, pinturas u orfebrería. El resto de las piezas que componen el fondo del museo se halla albergado en el llamado Gabinete del coleccionista, un amplio espacio distribuido en dos plantas en el cual pueden hallarse objetos de todo tipo, desde fotografías a juguetes, pasando por relicarios, pipas o abanicos, dispuestos, muchos de ellos, siguiendo un excelente criterio museístico –la puesta en escena de algunas salas es, de hecho, simplemente fabulosa-, lo que, sin duda, transportará al visitante a tiempos pretéritos.
El recorrido por el Museu Frederic Marès cuenta además con otro espacio, el Estudio Biblioteca, en el que se hallan obras realizadas por el coleccionista catalán y que él mismo escogió para que pudieran ser mostradas en la amplia sala que ahora las acoge.
Como todo espacio museístico, por otra parte, el Museu Frederic Marès también dispone de una sala expositiva en la que se da cabida a muestras temporales, como la actual, Maillol y Grecia, que relata, a través de fotografías, esculturas, explicaciones en paneles, material bibliográfico y un documental, el viaje que el artista Aristides Maillol realizara a Grecia en 1908.
Visita imprescindible para cualquier amante del arte, la cultura o la historia, el Museu Frederic Marès tan sólo presenta un punto flaco, el aparente poco interés que su dirección parece mostrar por las más modernas tendencias museográficas –íntimamente relacionadas con las nuevas tecnologías, presentes, eso si, en su página web-, lo que propicia que, en algunos momentos –pocos, pues, como se ha apuntado, la ambientación de algunas salas es realmente fantástica-, la presentación del fondo resulte sumamente tradicional y se eche en falta una mayor información sobre las piezas expuestas.
Sea como fuere, la visita a tan singular museo difícilmente dejará a nadie indiferente, especialmente porque, ya sea a la entrada o a la salida –el orden es absolutamente potestativo- se podrá degustar con calma un aperitivo en el precioso y singular Cafè d’estiu, un auténtico oasis urbano suspendido en el tiempo y a dos pasos de la vorágine barcelonesa.
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