Autor: saiko. Fuente: Wikipedia |
Cuna indiscutible del Renacimiento, Florencia es, desde hace centurias, lugar de obligado peregrinaje para los amantes del arte y la cultura. No hay, de hecho, ciudad que albergue en un espacio tan reducido tal magna cantidad de obras de arte mundialmente conocidas y algunos de los edificios más emblemáticos del Viejo Continente.
Entre estos últimos destacan, tanto por su contenido como por su aspecto externo, la impresionante Catedral de Santa María del Fiore –que alberga la celebérrima cúpula de Brunelleschi-, el Palazzo Vecchio –desde cuya altísima torre se pueden obtener las mejores vistas de la ciudad-, el Palazzo Pitti –que en la actualidad da cobijo a varios museos-, la Galería de la Academia –en la que se halla la escultura más famosa de todos los tiempos, el David de Miguel Ángel- y, por supuesto, la asombrosa Galería de los Uffizi –un enorme e imponente edificio en cuyo interior se halla una de las más importantes colecciones artísticas del mundo.
Tal magnificencia artística podría opacar, en cierta medida, otros monumentos de valor igualmente indiscutible, como el Palazzo Médici Riccardi, un magnífico edificio renacentista que sirvió de fuente de inspiración para el diseño de los numerosos palacios que las familias florentinas más adineradas irían erigiendo en los años posteriores a su construcción.
Enclavado en el número tres de la Vía Cavour, en pleno barrio de San Lorenzo y a pocos pasos de la catedral, el Palazzo Médici Riccardi -hoy sede de la Prefectura y de la Biblioteca Riccardiana- fue encargado construir en 1444 por Cosme de Médici, quien confió su diseño a Michelozzo di Bartolomeo, discípulo destacado de Donatello.
Autor: Un Mundo Cultural |
Los Médici habrían de residir en el palacio durante casi una centuria, hasta el año 1540, momento en el que se trasladarían al Palazzo Vecchio. Poco más de un siglo más tarde, la poderosa familia florentina lo vendería a los adinerados Riccardi, quienes realizarían notables reformas en su interior. Ya en el siglo XIX, el Palazzo Médici Riccardi acabaría convirtiéndose en propiedad estatal.
A pesar de que muchas de las obras artísticas que una vez albergara se hallan hoy repartidas en algunos de los más importantes espacios museísticos florentinos, el Palazzo Médici Riccardi da cobijo a dos joyas que contrastan fuertemente con su sobrio aspecto externo y cuya visión resulta ser una experiencia visual inenarrable y, por ende, absolutamente recomendable. Hablamos, claro está, de la Capilla de los Reyes Magos –en cuyo interior se encuentran frescos de un valor incalculable- y de la Galería Luca Giordano, obra maestra del barroco construida durante la etapa de los Riccardi.
Autor: Un Mundo Cultural Galería Luca Giordano |
Por si todo ello fuera poco, cabría destacar la sabia línea museística seguida por los gestores del museo, que combina una más que exquisita disposición expositiva -que engarza, a la perfección, las obras que forman parte del fondo permanente del palacio con las pertenecientes a las exhibiciones temporales- y el uso de las más nuevas tecnologías –como el PointAt Systems, un medio que, a través de una pantalla virtual, permite al usuario, con el sólo movimiento de su mano, seleccionar profusa información sobre una determinada temática -en este caso, del excelso fresco de Benozzo Gozzoli en la ya citada Capilla de los Reyes Magos.
Finalmente, cabría destacar el colofón de la visita, un espacio expositivo subterráneo en el que se muestran piezas escultóricas –bustos y mármoles, principalmente- pertenecientes a la antigüedad clásica.
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