23 de septiembre de 2014

El hombre más buscado. Un film de impecable factura



Cuando, en los albores del nuevo milenio, cientos, miles de ciudadanos de todo el mundo contemplaban atónitos la destrucción en directo de dos de los edificios más emblemáticos de la Gran Manzana neoyorkina, las genuinas torres gemelas, pocos intuyeron entonces que aquel atentado terrorista iba a cambiar el curso de la historia, haciendo que el mundo se convirtiera, en la década venidera, en un lugar mucho más inseguro. Ese temor no sólo habría de condicionar de manera decisiva la política exterior de Estados Unidos y del resto de países, sino que también alentaría nuevas líneas de actuación en los servicios secretos de todo el mundo.

Obviamente, ni la cultura ni el arte han permanecido ajenos a esos cambios y muchas de las obras facturadas en estos últimos años por artistas y escritores tienen como punto de partida tan sombrío escenario. Ejemplo de ello es El hombre más buscado, una novela firmada por el curtido escritor británico John le Carré que fue publicada en 2008 y cuya adaptación cinematográfica ha corrido a cargo del director holandés Anton Corbijn.

Ambientada en Hamburgo, ciudad alemana en la que se urdió buena parte del complot que conduciría a la consecución de los atentados del 11S, El hombre más buscado parte de una trama elaborada que tiene como punto de arranque la llegada a la ciudad alemana de un ciudadano checheno que, sospechoso de ser un terrorista, será seguido con celo por los miembros de una agencia de espionaje cuyo principal cometido es -en aras de velar por la seguridad nacional- vigilar las actividades de la comunidad musulmana asentada en Alemania.

Si bien, como muchas otras historias de espionaje trasladadas a la gran pantalla, El hombre más buscado puede producir una cierta sensación de déjà vu, su logrado y consecuente desarrollo argumental –sólido y mucho menos enrevesado que el de muchos otros films adscritos a ese subgénero del suspense- mantiene al espectador pegado a su butaca durante todo el metraje.


El film de Corbijn no está exento, por otra parte, de un interesante trasfondo moral que da pie a más de una reflexión, aun cuando en algunos momentos, especialmente en aquellas escenas con claras reminiscencias a la Guerra Fría –motor, por cierto, de la obra de Le Carré-, se bordee el más puro cliché y se corra el riesgo de caer en posicionamientos maniqueos; un peligro que se ve neutralizado y olvidado por la ya aludida solidez del guión y por una cuidadísima puesta en escena en la que destacan un excelente pulso narrativo -sostenido y carente de la excesiva rapidez de la que adolecen buena parte de los filmes adscritos al género de espionaje-, una sobresaliente fotografía y una más que acertada banda sonora, amén de un gran reparto en el que deslumbra un, como siempre, grandioso Philip Seymour Hoffman.

Aun con sus muchas virtudes, El hombre más buscado cuenta, no obstante, con algunos elementos que lastran sobremanera el resultado final del film. Entre esos desaciertos destaca la pobre construcción de personajes –algunos de ellos meros esbozos-, la nada original y poco convincente historia de amor que, en algunos momentos, se engarza pobremente y mal a la trama principal, y el hecho de que sea el inglés el idioma en el que hablan todos sus protagonistas independientemente de su nacionalidad, haciendo que algunas de las escenas resulten muy poco creíbles, cuando no ridículas.

En cualquier caso, por y a pesar de todo que antecede, El hombre más buscado resulta ser un film de factura impecable que bien merece ser visionado, aunque sólo sea para ver en la gran pantalla al genial Philip Seymour Hoffman en uno de sus últimos papeles.


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