Rodeada de montañas y bañada por los ríos Ter y Fresser, Ripoll, la considerada cuna de Cataluña, es una ciudad milenaria que, por su magnífico patrimonio cultural y artístico, atrae cada año a cientos de turistas.
Ese inestimable legado cultural, sumando al empuje del fuerte tejido asociativo cultural de la ciudad, ha propiciado, sin duda, la elección de Ripoll como Capital Catalana de Cultura, un papel que desempeñará durante todo este año 2013 y que viene otorgado por la entidad independiente Organització Capital de Cultura Catalana, creada en 1998 y también auspiciada por la sociedad civil.
Esta titularidad ha incrementado, más si cabe, el número de visitantes de muy distinta procedencia que cada año llegan a Ripoll, atraídos por su fama de ser uno de los mejores destinos culturales catalanes, un lugar donde se puede hallar uno de los monasterios más importantes edificados durante el Medievo, preciosas casas modernistas –algunas de ellas obra de Joan Rubió, discípulo del gran Gaudí-, y uno de los museos etnográficos más importantes del país, amén de ser un lugar especialmente estimado por la historiografía catalana, pues la capital ripollesa fue escenario privilegiado de un movimiento cultural tan importante y recordado en Cataluña como el de la Renaixença.
Si sólo se dispone de un día en Ripoll y se quiere emplear bien el tiempo, lo más recomendable es empaparse de historia recorriendo su casco antiguo, perderse en su cuidado Museo Etnográfico y, por supuesto, visitar la joya de la ciudad, el monasterio benedictino de Santa María de Ripoll.
Erigido hacia el año 880 por Guifré el Pilós –uno de los más importantes personajes históricos catalanes y objeto de rendido tributo por parte de la Renaixença -, el monasterio benedictino originó la creación de la propia ciudad, pues a sus pies se estableció el primer núcleo urbano de la futura Ripoll; posteriormente, y gracias a su importantísima colección de manuscritos y a la llamada Biblia de Ripoll, hoy en manos de la Biblioteca Vaticana, se convertiría en uno de los centros culturales más importantes de época medieval.
No obstante, y por su azarosa vida –un terremoto que obligó a un reconstrucción, ya en otro estilo, el gótico, y su exclaustración definitiva, que comportó que fuera incendiado y arrasado en 1835-, gran parte de ese legado cultural se ha perdido irremisiblemente y si hoy el monasterio luce orgulloso como símbolo cultural y artístico de Cataluña se debe, sin ningún género de duda, al empeño de ilustres personalidades de la Renaixença que, encabezadas por el obispo de Vic, Josep Morgades, consiguieron devolver al monasterio el resplandor de antaño.
Lo que sí ha resistido el embate del tiempo, las desgracias naturales y la sinrazón de la guerra es el impresionante pórtico del siglo XII que da acceso a la iglesia de Santa María; para poder disfrutarlo con todo lujo de detalles, el Centro de Interpretación del monasterio presta a los visitantes un iPad que obra a modo de audioguía y que permite ver, mediante cuidadísimas fotografías, los más mínimos detalles de los pasajes bíblicos descritos en piedra, que son explicados de manera concisa, que no superficial, a través de numerosísimos podcasts, lo que constituye todo un ejemplo de desarrollo de aplicaciones tecnológicas y Web 2.0 en museos, iniciativa que, como gestoras culturales, no podemos dejar de aplaudir.
Fuente: Wikipedia |
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