Tras una intensa gira por España, que se iniciara en marzo del pasado año, y precedida por el aplauso del público y de la crítica allá por donde ha recalado, el pasado 8 de mayo llegaba por fin a la Ciudad Condal la obra teatral Todas las noches de un día.
Protagonizada únicamente por Carmelo Gómez y Ana Torrent y dirigida por Luis Luque, esta pieza teatral parte de un texto escrito por el dramaturgo Alberto Conejero que, inspirado a su vez en una obra de Federico García Lorca, Doña Rosita la soltera, resultó ganador en el III Certamen para textos teatrales de la AAT por su exquisito uso y sutileza del lenguaje, su intensa fuerza poética y su recreación de una atmósfera irreal, casi onírica y con un punto inquietante e incluso perturbador en más de un momento.
El texto de Conejero se inicia con la visita de la policía a Samuel, un jardinero solitario y reservado que pasa la mayor parte del tiempo en un viejo invernadero, propiedad de Silvia, una mujer que desapareció sin dejar rastro y de la que nada se ha sabido desde entonces.
A pesar de ese arranque narrativo, Todas las noches de un día no es, sin embargo, un thriller al uso, aunque juegue con maestría con todos los recursos del género. Por el contrario, es una intensa reflexión sobre temas atemporales, como la incapacidad para amar aun deseándolo fervientemente, el paso inexorable del tiempo –presente y pasado, cual dos caras de una misma moneda, se alternan, de hecho, a lo largo de toda la obra–, la imposibilidad de sanar algunas heridas o el peso insondable de la soledad.
Si Todas las noches de un día resulta excelsa se debe no sólo al hecho de que parte de un texto excepcional, sino a la combinación de muchos elementos que, por sí solos, ya convierten a esta pieza teatral en una obra de obligado consumo para los amantes de las artes escénicas. Entre esos elementos destaca, por supuesto, la dirección de Luis Luque, que sabe combinar a la perfección los elementos más atrayentes del género negro con la delicadeza poética inherente a todo el texto, logrando un pulso narrativo que mantiene al espectador anclado a su butaca durante toda la puesta en escena. A lo que habría que añadir, además, la pericia del director escénico en la combinación, sin estridencias, del lenguaje teatral más clásico con el más contemporáneo.
Destaca también el excelente trabajo de Monica Boromello con su recreación de un único espacio escénico, un invernadero con tintes románticos y aire decadente y con una influencia marcadamente modernista; la iluminación de Juan Gómez-Cornejo, que consigue transportar al espectador a diversos momentos de la vida de los protagonistas mediante el uso de diferentes tonalidades lumínicas; el vestuario de Almudena Rodríguez, con un punto rústico para el introvertido Samuel y sofisticado para la vivaz Silvia; o la composición musical original de Luis Miguel Cobo, que también incluye éxitos de la música italiana de hace varias décadas.
Todas las noches de un día sería, no obstante, una obra muy diferente de no mediar el concurso de dos actores absolutamente excepcionales, Carmelo Gómez y Ana Torrent. Su increíble, perturbadora, tierna, intensa y complejísima actuación consigue penetrar el alma de dos personajes opuestos pero complementarios en sus grandezas y miserias, dotando cada uno de sus gestos con la justa medida para hacer partícipe al público de la complejidad de sus sentimientos y adaptándose sin aparente esfuerzo, como sólo los grandes intérpretes pueden hacerlo, a un texto no lineal, cargado de silencios ominosos, en el que pasado y presente, realidad, recuerdos y deseo se mezclan con suma sutileza.
Todas las noches de un día estará en el Teatre Goya hasta el próximo día 9 de junio. Las entradas podéis adquirirlas en el siguiente enlace. Si tenéis la oportunidad, ¡os recomendamos, encarecidamente, no perderos esta obra maestra!
¡Feliz miércoles!
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