Palm House |
Visita imprescindible no sólo para los amantes de la naturaleza, en especial de la botánica, sino para los del arte, los Kew Gardens no son precisamente el enclave turístico que mayor interés suscita entre los visitantes de la capital británica, y eso a pesar de que en 2003 fueron incluidos en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y hoy son considerados como un importante centro de investigación.
Lejos del centro de Londres y opacados quizá por la magnificencia de una ciudad eminentemente cultural –rebosante de museos de primer orden que se valen con éxito de las más modernas tecnologías para dar a conocer su fondo; sorprendentes galerías de arte, independientes y vanguardistas; o algunos de los teatros más emblemáticos de Europa–, los Kew Gardens, quizá por su precio un tanto elevado –aunque los usuarios del tren pueden obtener la entrada por la mitad– o su austera construcción exterior –que poco o nada hace intuir que tras sus muros se halla una impresionante zona verde, de 121 hectáreas y repleta de sorpresas–, no suelen contar con hordas de turistas, lo que no puede menos que agradecerse.
Considerados como el jardín botánico más rico del mundo, los Kew Gardens empezaron a gestarse en el siglo XVIII a partir de un jardín exótico perteneciente a Kew House, la propiedad de Lord Capel de Tewkesbury. Con el devenir de los años, célebres personajes de la nobleza y realeza británica ampliaron la extensión de aquel jardín, construyendo además numerosos edificios a su alrededor, entre los que destaca la famosa pagoda china, que en el actualidad es, de hecho, uno de los mayores reclamos de los Kew Gardens.
Pagoda |
Ya en el siglo XIX, los jardines recibirían la denominación oficial de Jardín Botánico Nacional, erigiéndose poco después, en 1848, la Palm House, una imponente construcción de hierro forjado e impresionante cúpula de cristal que en la actualidad alberga una importantísima muestra de plantas tropicales clasificadas según su lugar de procedencia.
Interior de Palm House |
Además de la Palm House, la visita a los Kew Gardens permite acceder a otros puntos de sumo interés, como el Princess of Wales Conservatory –que alberga plantas de diez zonas climáticas diferentes–; el Temperate House –considerado como el invernadero victoriano más grande del mundo–; el Rizhotron –un impresionante sendero a 18 metros de altura que, tras subir unas escaleras o ascender mediante un ascensor, permite ver de cerca las copas de los árboles; o el Kew Palace –el palacio que llegó a convertirse en residencia real y que hoy alberga, entre otras curiosidades, la casa de muñecas de la reina Isabel.
Kew Palace |
A todo ello habría que añadir que los Kew Gardens cuentan con varios restaurantes entre los que destaca la Orangerie, un magnífico espacio que, con sus grandes ventanales, sus impresionantes vistas y sus estatuas de corte clásico –distribuidas en diversos puntos de su gran superficie–, retrotrae a los visitantes a otro tiempo, ofreciendo, además, un más que sabroso menú a un precio más que aceptable.
El visitante que quiera acercarse a estos magníficos jardines debe asumir, sin embargo, que su trayecto en metro desde el centro de la ciudad no será breve. No obstante, el tranquilo paseo desde la parada de metro hasta la principal puerta de acceso de los Kew Gardens permite conocer uno de los barrios más bonitos de Londres, Richmond.
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