Folleto de la exposición
Desde hace unas semanas y hasta el próximo 26 de mayo puede verse en CaixaForum Barcelona la que es, hasta la fecha, la primera gran retrospectiva dedicada al pintor alemán Max Beckmann (1884-1950).
Realizada en colaboración con el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, donde previamente se había albergado, esta exposición, comisariada por Tomàs Llorens, permite conocer las diferentes etapas creativas de un artista rompedor e independiente, capaz de crear un estilo completamente propio sin sucumbir por completo a ninguna de las corrientes innovadoras que experimentarían las artes y la cultura durante las primeras décadas del siglo XX.
La muestra reúne un conjunto de 49 obras, entre las que destacan principalmente pinturas, dos esculturas y litografías varias, piezas, todas ellas, procedentes de diferentes museos y colecciones de todo el mudo, que, reunidas en un único espacio, suponen casi un veinticinco por ciento de la obra de este genio de la pintura, considerado como uno de los artistas alemanes más destacados de la pasada centuria.
Cuidada al máximo en todos sus detalles, como es habitual en las exposiciones albergadas por CaixaForum, esta retrospectiva dedicada a Beckmann se divide en dos secciones siguiendo un criterio temático y cronológico.
La primera sección se centra en la etapa alemana del pintor, especialmente en los años anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando Beckmann empezó a cosechar sus primeros éxitos y a ser reconocido, y en parte del período de entreguerras. Esa fase creativa se trunca en la década de los años treinta del pasado siglo, una época especialmente dura para el pintor alemán, quien, con el ascenso de Hitler al poder, pierde su plaza como profesor en la Escuela de Arte de Frankfurt, lo que, además, viene acompañado del impedimento de exponer ninguna de sus obras en suelo alemán. En esa misma época, por otra parte, se expondría en la Alemania nazi, a bombo y platillo, una ambiciosa exposición titulada Entartete Kunst –arte degenerado, en su traducción al español–, una muestra en la que se incluían obras del propio Beckmann, junto con otras producidas por contemporáneos suyos, para presentarlas como un ejemplo de la sinrazón de las nuevas corrientes artísticas, que habían roto con siglos de tradición en la producción artística occidental.
Cartel publicitario de la exposición Entartete Kunst
La segunda parte de la exposición corresponde a los años de un exilio vivido a caballo entre Europa y Estados Unidos, y se estructura en torno a cuatro grandes ejes intrínsecamente ligados a esa vida lejos de un hogar al que no regresaría jamás.
El primero de esos ejes, o metáforas, como se describen en la ficha de presentación de la exposición, responde al título de Máscaras y alude a la casi inevitable pérdida de identidad que amenaza al exiliado; el segundo eje, Babilonia eléctrica, se centra en una temática recurrente en la pintura de Beckmann, la ciudad moderna. El tercer bloque temático, El largo adiós, propone una reflexión sobre el exilio y la muerte, mientras que la última sección de la exposición, El Mar, se presenta como una metáfora sobre el infinito y la nostalgia.
Totalmente recomendable por su contenido y puesta de escena, esta muestra dedicada a Max Beckmann supone, en definitiva, una oportunidad inigualable de acercarse a un artista único cuya obra, aun sumamente independiente de la de sus contemporáneos, se inscribe en un momento histórico fascinante para todas las ramas artísticas.
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