Dentro de pocos días, el 8 de agosto, se cumplirán 28 años del fallecimiento de Milton H. Greene, mítico fotógrafo que, durante las décadas de los años 40 y 50 del siglo pasado, inmortalizó los rostros de las estrellas más rutilantes del momento.
Poseedor de un talento precoz, Greene se inició en la fotografía con tan sólo 14 años, edad en la que, cámara en ristre, empezó a vagar por las calles de su ciudad natal, Nueva York, con el objetivo de captar en imágenes la vibrante vida de la gran urbe que, asumiendo el papel largamente detentado por París, acabaría convirtiéndose en pocos años en la capital del mundo.
A ese período netamente autodidacta siguió un aprendizaje guiado por el fotoperiodista Elliot Elisofen y, no mucho más tarde, por Louise Dahl-Wolfe, la elegante y famosa fotógrafa de Harper’s Bazaar, responsable, durante la década de los 30, de algunas de las mejores portadas de la revista.
Poco después, Greene empezaría a trabajar de forma continuada para esa publicación y también colaboraría con otras revistas de renombre, como Vogue y Life, primero como fotógrafo especializado en alta costura y poco después como uno de los retratistas preferidos del star system de su época.
Elizabeth Taylor, Grace Kelly, Frank Sinatra, Ava Gardner, Marlene Dietrich o el mismísimo Salvador Dalí fueron sólo algunos de los rostros que Greene captó en numerosísimas fotografías que tenían, como ingredientes comunes, generosas dosis de glamour, elegancia y naturalidad.
Aquellas instantáneas propiciaron que su autor fuera merecedor en vida de numerosos y prestigiosos premios; en la actualidad, la obra de Greene puede considerarse como testimonio de toda una época, especialmente valioso para los estudiosos del Séptimo Arte, lo que ha incidido en que gran parte del trabajo del fotógrafo estadounidense haya sido exhibido de forma temporal en museos y galerías de todo el mundo.
Muy posiblemente, sin embargo, la obra de Greene no contaría con el reconocimiento actual de no haberse visto influida de manera determinante y decisiva por su relación, profesional y personal, con la malograda Marilyn Monroe.
Amigos durante pocos años, y hasta la muerte de la actriz, Greene y Monroe trabajaron juntos en 52 sesiones fotográficas, que dieron como resultado algunas de las más bellas imágenes de la actriz, y fundaron la productora MM Productions, de la que surgieron El príncipe y la corista y Bus stop, títulos importantes en la filmografía de Monroe.
A la muerte de la actriz, Greene hizo su incursión en el mundo de la edición publicando My story –una biografía que le fue encomendada, al parecer, por la propia actriz- y colaboró en una suerte de autobiografía ficticia de Monroe -Of women and their elegance- que recibió alguna que otra crítica negativa. Ello no mermó, ni entonces ni ahora, un ápice de la excelente trayectoria de Greene, considerado como toda una leyenda dentro y fuera de su profesión. De hecho, y no por casualidad, su colega Richard Avendon dijo de él que era el mejor fotógrafo de mujeres que había conocido. No hay más que observar la obra de Greene para comprobar que Avendon, otra leyenda de la fotografía, no andaba nada errado.
0 comentaris:
Publicar un comentario
Lea la Política de Privacidad http://unmundocultura.blogspot.com.es/p/politica-de-privacidad.html