Cartel del Tour 2015 |
Desde los albores del Séptimo Arte, la música ha sido uno de los principales elementos de casi cualquier obra cinematográfica. En los primeros tiempos, de hecho, cuando algunos negaban con vehemencia que el cine pudiera ser considerado como arte, la música se constituyó como el principal reclamo para atraer a adeptos, escépticos e, incluso, detractores de aquella nueva expresión artística. Así, y hasta que la tecnología no permitió la sincronización entre imagen y sonido, aquellas primigenias proyecciones iban acompañadas por actuaciones en directo de músicos que, valiéndose de su virtuosismo en el dominio de diferentes instrumentos, transmitían a los espectadores toda suerte de emociones.
Más adelante, con la llegada del cine sonoro, las bandas sonoras de los films fueron adquiriendo una mayor importancia, hasta al punto de que algunos cineastas cuentan, prácticamente desde el inicio de sus carreras, con el concurso de un mismo compositor –destacan así, por ejemplo, las colaboraciones entre David Lynch y Angelo Badalamenti o las de Tim Burton y Danny Elfman.
Consciente de la suma importancia de una banda sonora, Steven Spielberg afirmó hace años que la música constituía el cincuenta por ciento de cualquier film, hecho que explicaría que el Rey Midas de Hollywood haya sabido rodearse de compositores tan afamados como John Williams, su favorito, u otros de la talla de Jerry Goldsmith.
A pesar, sin embargo, del indiscutible valor artístico de estas piezas musicales concebidas para el cine, este género musical no cuenta, en general, con el beneplácito de los entendidos y amantes de la música clásica, quienes no dudan en considerarlo como un subgénero menor.
La Film Symphony Orchestra nació en 2012 con el fin de revindicar ese importante papel de las composiciones musicales concebidas para el cine y también el de acercar la música clásica a aquel sector del público que, por falta de conocimiento, de interés y, por qué no decirlo, del desalentador peso del esnobismo de algunos de los representantes del mundo de la música clásica, desconocen la gran importancia de las orquestas sinfónicas en la interpretación de la música cinematográfica.
Vídeo promocional
Fundada y dirigida por Constantino Martínez-Orts y con ochenta músicos en su haber, la Film Symphony Orchestra es, además, la única orquesta profesional que se ocupa en exclusiva de interpretar bandas sonoras.
Sin subvenciones públicas pero sí con una sólida y sabia campaña de marketing online, que incluye, por supuesto, una notable y estudiada presencia en las redes sociales, la Film Symphony Orchestra ha ido cosechando éxito tras otro desde que iniciara su andadura, llegando incluso a actuar dos veces en un año en la misma ciudad. Este ha sido el caso de Barcelona, donde este año actuaron primeramente en octubre y posteriormente el pasado 15 de noviembre, llenando por completo el aforo de L’Auditori y, como tuvimos ocasión de comprobar en esta segunda actuación, rendir a sus pies a un público totalmente entregado.
Tamaño éxito no sólo se debe al innegable virtuosismo de los músicos que componen esta banda, sino a una cuidadosa selección de piezas que incluye bandas sonoras de filmes pertenecientes a géneros variados, lo que permite acercarse a un espectro de público más amplio, aunque, en un futuro no demasiado lejano, ello podría provocar un cierto cansancio y, como todo proyecto cultural con un público no demasiado segmentado, quizá una pérdida paulatina de adeptos.
Sea como fuere, la Film Symphony Orchestra puede deparar una experiencia inigualable a cualquier amante de la música y/o el cine, por lo que no podemos dejar de recomendar que asistáis a alguna de sus actuaciones.
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