11 de noviembre de 2014

La belleza cautiva. Pequeños tesoros del Museo del Prado. Una exposición única



Si bien casi todos los grandes museos del mundo cuentan con instalaciones de gran capacidad expositiva, muchos de ellos jamás llegan a colocar en aquéllas la totalidad de su valioso y voluminoso fondo artístico. El Museo del Prado no se constituye, de hecho, como una excepción y son muchas las obras que jamás –o en muy pocas ocasiones- se han mostrado al público.

Por ello, no puede menos que celebrarse con alborozo el diseño y ejecución de una exposición como La belleza cautiva. Pequeños tesoros del Museo del Prado, nacida de la colaboración entre La Obra Social “la Caixa” y la reputada pinacoteca, y albergada en la actualidad, y hasta el 5 de enero, por CaixaForum de Barcelona.

Esta espléndida muestra artística tiene como eje conductor obras de pequeño formato. Piezas que, dadas sus reducidas dimensiones, casi nunca han pendido de las paredes del museo ni lucido en vitrinas, aunque, a veces, sí hayan podido formar parte de alguna exposición temporal en algún otro espacio museístico de reconocida fama.

Las obras seleccionadas, 135 en total, entre pintura, escultura o dibujos, fueron facturadas durante un amplio período histórico –desde el siglo XIV hasta el XIX- y, por ende, los soportes y técnicas empleados son diversos y sus temáticas sumamente variadas, desde la religiosa a la costumbrista, pasando por la mitológica, paisajística o retratos. Todas ellas, además, están firmadas por artistas tan ilustres como Francisco de Goya, El Greco, Tiziano, Rubens, Marià Fortuny o Diego Velázquez.

Magníficamente comisariada, la exposición se articula en torno a siete espacios que conducen al visitante por un trayecto fascinante en el tiempo que muestra la evolución de un arte que, dado su tamaño, fue casi siempre concebido para ser contemplado en espacios privados.

Persiguiendo recrear ese ambiente íntimo en el que la mayor parte de aquellas obras fueron expuestas, los responsables de esta muestra se han valido de un excelente y cuidado diseño de montaje expositivo que permite al visitante contemplar y deleitarse con todas y cada una de las obras seleccionadas. Y si bien siempre aludimos a ese poco o escaso uso de las más modernas tecnologías en los espacios museísticos de nuestro entorno, en esta ocasión no podemos menos que felicitar a sus organizadores por prescindir de ellas, pues su inclusión habría desvirtuado el propio sentido de una exposición de estas características, máxime porque las obras seleccionadas impelen a una contemplación minuciosa y cercana que cualquier uso de una herramienta servida en un dispositivo móvil podría dificultar e, incluso, impedir. Tan sólo, y con más de un pero, habría estado justificada la presencia de esas herramientas en la presentación de aquellos bocetos que, firmados por reconocidos artistas, dieron pie a obras de gran formato, plagiadas, a veces, o modificadas, otras tantas, por sus propios autores en aras de conseguir un determinado efecto entre sus futuros admiradores.

La belleza cautiva. Pequeños tesoros del Museo del Prado es, en definitiva, una exposición fascinante que ningún amante del arte debería perderse, especialmente porque, muy posiblemente, sea ésta la única ocasión que tenga de contemplar un conjunto de obras únicas y mostradas de una forma tan excepcional.


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