27 de febrero de 2019

El método Assimil


       Autor: Un Mundo Cultural



Dedicado a nuestro ilustrado abuelo Miguel

Profesor de lingüística indoeuropea y Doctor en Griego, nuestro tío fue, durante toda su vida, un amante apasionado de los idiomas y en su casa, atestada de libros, se podía tener acceso a las lenguas más variadas, como, por ejemplo, alemán –su idioma favorito– ruso, hebreo, árabe, italiano, inglés, francés, esperanto, neerlandés, coreano y un largo etcétera, que incluía también idiomas tan minoritarios como el criollo de Guadalupe, el bretón, el alsaciano, el feroés o el corso.


Ese amor por los idiomas, que nos transmitió desde muy pequeñas, lo había heredado, a su vez, de nuestro abuelo, un autodidacta de mentalidad renacentista que, interesado por casi cualquier temática del saber humano, fue el primer miembro de la familia en descubrir el método Assimil, un sistema de aprendizaje de idiomas creado por Alphonse Chérel en 1929 que, especialmente en Europa, es hoy adorado por numerosísimos políglotas.


En el momento de su salida al mercado, Assimil se constituyó como un método rupturista en el que se privilegiaba el aprendizaje comunicativo –lento y progresivo– mediante textos basados en escenas de la vida cotidiana y temáticas varias y se prescindía, en lo justo, de farragosas y extensas explicaciones gramaticales. Todo ello venía aderezado, además, con un excelente material en audio, que permitía al estudiante, desde el principio, hacerse con la melodía del idioma.


A lo largo de todos estos años, el método Assimil prácticamente no ha cambiado su estructura, si bien sus cursos son objeto de actualizaciones continuadas, por lo que siempre resulta recomendable hacerse con la última edición del idioma objeto de estudio.


Divididos en dos fases, u olas, los cursos Assimil cuentan con una media de 100 lecciones, que pueden ser más o menos, dependiendo del idioma. La primera ola, o fase pasiva, abarca de la lección 1 a la 49 y en ella el estudiante va aprendiendo, a base de mucha repetición, tanto auditiva como oral, toda una serie de pequeños textos acompañados por apuntes gramaticales, viñetas muy humorísticas y ejercicios con autocorrecciones. La segunda fase, la activa, impele al estudiante a regresar a la lección 1, una vez acabada la número 50, para traducir el contenido de los primeros textos.

En ambas fases existen lecciones de repaso –en todas las unidades múltiplos de siete, empezando por la lección séptima–, que proporcionan al estudiante explicaciones gramaticales sucintas y muy amenas. Todo volumen de Assimil cuenta, además, con un apéndice gramatical en las páginas finales del libro. 

La gran baza de Assimil reside, sin duda, en la sensación de aprendizaje continuado –no hay que dedicarle horas y horas al idioma estudiado, pero sí constancia, con una media de unos veinte o treinta minutos cada día–, sustentado en su metodología amena –las lecciones cuentan, además, con numerosos apuntes culturales– y en las grandes dosis de motivación que sus autores vierten en sus páginas y que animan, de manera constante, al estudiante.

Si bien es cierto que nada hay perfecto –como todo sistema de aprendizaje autodidacta, carece de supervisión de la producción escrita y oral–, Assimil es, en nuestra opinión, el mejor método del mercado y, a pesar de los años transcurridos desde su puesta de largo, todavía sigue siendo una apuesta innovadora, especialmente en un país como éste, en el que la enseñanza de idiomas aun se sustenta en la gramática como eje vertebral del aprendizaje.

Además de la colección referenciada –la famosa Sans peine o Sin esfuerzo, en su versión española–, Assimil cuenta con otras muchas más que interesantes, como la de Perfeccionamiento, la de Negocios o la serie Cantando.

Cabría mencionar, finalmente, que el número de cursos que la editorial francesa ha lanzado a lo largo de los años no ha dejado de aumentar, si bien hay idiomas como el tamil, el esperanto o el alsaciano que han desaparecido y algunas familias lingüísticas, como las lenguas amerindias, jamás han sido abordadas. El cualquier caso, para sacar el máximo provecho a todos los libros editados por Assimil, se recomienda partir del francés, lengua que nosotras aprendimos y perfeccionamos, precisamente, con este método. 




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