Maruja Mallo (1902-1995). Considerada como una de las artistas pertenecientes a la Generación del 27, Maruja Mallo nació en el seno de una extensa familia, conformada por catorce hermanos, entre los que se hallaba el escultor Cristino Mallo.
Sorpresa del Trigo, 1936 |
Artista de muy temprana vocación, Mallo llegó a estudiar en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. Allí conocería a artistas y escritores de la talla de Salvador Dalí, Luis Buñuel, María Zambrano o Rafael Alberti; con este último iniciaría una gran amistad que duraría, prácticamente toda su vida. En esa etapa, previa a su viaje a Francia, colaboraría con diversas publicaciones literarias, llamando la atención de Ortega Gasset, quien haría posible su primera exposición.
Gracias a una beca, Mallo viajaría a París en 1932. En la capital francesa conocería a, entre otros destacados artistas, Marx Ernst y René Magritte, e iniciaría su etapa surrealista, facturando obras tan importantes como Espantapájaros (1929), adquirida por el mismísimo André Breton unos años después.
Tras el inicio de la Guerra Civil, Mallo se vería obligada a exiliarse, primero en Portugal y más tarde en Argentina, país en el que proseguiría su amistad con Alberti y donde continuaría con su carrera artística. Veinticinco años más tarde regresaría a España, donde moriría a la edad de 93 años.
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Remedios Varo (1908-1963). Artista precoz, Remedios Varo estudió, alentada por su padre, un ingeniero hidráulico, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, ciudad en la que pasó buena parte de su infancia.
Tras concluir sus estudios, Varo se casaría con un compañero, con quien se instalaría en París por un año para, más tarde, mudarse a Barcelona, ciudad en la que se desempeñaría como dibujante publicitaria.
En 1935 conocería al pintor Esteban Francés, que la introduciría en el círculo surrealista de André Breton. Poco después, el estallido de la Guerra Civil la impelería a huir a París en compañía de su segundo esposo, el poeta Benjamin Péret. En esa segunda estancia en la ciudad de la luz conocería a destacados artistas, como André Breton, Max Ernst, Joan Miró o Leonora Carrington.
La ocupación nazi en Francia la forzaría a emigrar a México, país en el que acabaría produciendo gran parte de su obra, netamente surrealista y dotada de un cierto halo místico, y se relacionaría con otros destacados artistas en el exilio, como, precisamente, Leonora Carrington, y con importantes artistas locales, entre los que destacan Diego Rivera y Frida Kahlo.
Dora Maar (1907-1997). Artista polifacética, Dora Maar se crió en el seno de una familia cosmopolita y culta ―su padre fue un arquitecto croata y su madre una violinista francesa―, que siempre la secundó en sus inquietudes artísticas.
Artista plástica, escultora y pintora, Dora Maar es hoy principalmente recordada por su labor como fotógrafa, profesión ésta que desarrollaría gracias a sus estudios en la Académie Lothe ―donde conoció al célebre fotógrafo Henri Cartier-Bresson― y, más tarde, en L’École de Photographie de la Ville de Paris.
Su vinculación con la corriente surrealista vendría de la mano de André Breton, Paul Éluard, otros seguidores de este movimiento artístico y, sobre todo, de Pablo Picasso, con quien mantendría una intensa historia de amor, cuya finalización la conduciría a ser internada en un centro psiquiátrico.
Entre su legado artístico destacan sus famosos fotocollages, producidos en su propio estudio, un espacio conseguido gracias a la mediación de su padre.
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